La gran labor de "Focal", esos locos de la fotografía, no se limita sólo a la expansión y difusión de su arte, sino que también eliminan fronteras, acercan corazones, culturas y esperanzas. Gracias a "Focal", gracias a la amistad de Juan Mariscal con el fotógrafo marroquí Adil Azemat, en las paredes de la fundación "Víctor Marín" cuelgan hoy unas fotografías en blanco y negro que tienen la vida dentro, que retratan, nunca mejor dicho, un mundo con vocación de armonía donde inevitablemente no falta el dolor, pero donde la belleza se abre paso como una flor modesta.
Y con la belleza la esperanza, la fe en un mundo más amable.
—Hasta el trece de octubre cuelga usted sus fotos en la fundación "Víctor Marín" de nuestra ciudad. ¿Cómo tomó contacto con la asociación "Focal" y con el fotógrafo Juan Mariscal?
—La historia comenzó cuando conocí a "mi hermano Juan Mariscal", a través del Facebook en un grupo de fotografía, y poco a poco empezamos a conversar sobre nuestra pasión, la fotografía y ahí me explicaba el trabajo que se venía realizando en la asociación "Focal". Poco después, tuvimos la oportunidad de hacer un "ARTE-CAMBIO", es decir, él me envió una foto suya que era significativa para él y yo hice lo mismo, así pude aprender de su arte y de sus conocimientos. Posteriormente, fuimos a Marruecos para participar conjuntamente en "El Primer Festival Internacional de Fotografía en Chauen". Allí nos conocimos muy bien e hicimos una gran amistad. A raíz de dicho viaje, me invitó a realizar esta exposición en Arcos de la Frontera, al principio sentí mucho miedo puesto que no tenía ninguna experiencia en este mundo… pero la idea me gustó y gracias a su ayuda y a su bondad…podemos disfrutar de dicha exposición.
—Habla usted de Juan Mariscal con amistad, casi con devoción. Le llama hermano. ¿La fotografía hermana a los seres humanos?
—Creo que el "arte" no está en las obras del arte, no residen en ellas mismas sino en el impacto que provoca en las personas, en lo que hacen sentir y despiertan en el interior de cada uno, en las ganas de vivir y de disfrutar que provocan, de dar sin esperar nada a cambio por ello. Y mira… somos de diferentes culturas y países, con diferentes visiones de la vida… pero algo tan hermoso como la fotografía nos une, hace que no existan desigualdades ni diferencias entre las personas… "pues la fotografía me ha regalado un hermano", y lo siento así de corazón, no sé por qué, pero tengo mucha confianza en él, en su trabajo y en su manera de ver la vida… lo veo en sus fotos, que hablan de él, de su carácter… En fin, lo único que puedo decir es que es un gran fotógrafo y una mejor persona.
—Usted nace en Chaouen, un mundo azul y blanco. Sin embargo sus fotografías son en blanco y negro. ¿Enmascara el color la realidad?
—Muchas veces los colores enmascaran las realidades que nos rodean, engañan, ocultan la verdad… yo creo en la fotografía simple, pura, en la imagen que contenga de dos a tres elementos… sencillez ante todo… Y así intento, hacer llegar a la profundidad de la imagen, a la verdad… sin la interferencia de la cantidad de los colores. Yo nací en Chauen, era mi mundo azul, blanco y color de tierra, tres simples elementos, pero detrás de esos colores siempre ha estado el alma del Ándalus, las voces de los moriscos, el cariño de las montañas… las personas al principio suelen hablar del color azul porque es lo que les queda en la memoria de sus ojos… pero cuando les preguntan por los detalles de lo vivido, suelen olvidar el color… y es ahí cuando empiezan realmente a hablar del ambiente, de la hospitalidad de las personas que allí habitan y de la identidad del pueblo en sí… eso es lo que me dicen, sobre todo los españoles que son andaluces : "es como Casares" , " es como Arcos", "me siento en casa". El valor de Chauen, la perla azul, es su simplicidad y su humildad, es lo que siempre tratamos de defender.
—Líneas paralelas, arcos que se pierden hasta el fondo, hasta el infinito de la fotografía. Se aprecia en su fotografía un interés por la armonía, por el orden. ¿Estamos en lo cierto?
—Claro que estamos en lo cierto, ya que ahí está el carácter del fotógrafo. El orden y la armonía que se reflejan en las fotografías pueden ser interpretadas como formas de vivir, de ser y personalmente como fotógrafo, de "Ver". Así mismo, a mí, me llaman mucho la atención las líneas, los círculos, las sombras… y así intento reflejarlo en las formas geométricas que se aprecian en algunas de mis fotografías…. Ahora, ¿Qué significan? No puedo decir sólo un por qué, ya que pienso que las fotografías no se pueden explicar cómo las poesías o las pinturas… El arte, el sentimiento que se transmite, es abierto, cada uno lo entiende y lo interpreta como lo siente en su corazón.
—Y luego los rostros humanos: la belleza inocente de una niña, la tristeza casi adulta de un niño o esos surcos del tiempo y del dolor en el rostro de un anciano. ¿Cómo es posible meter en los centímetros cuadrados de un cartón la vida y la historia de un ser humano?
—El retrato de la belleza humana… es otra historia, pienso que es muy difícil el poder captar una vida, un reflejo de los sentimientos, una historia… en unos pocos centímetros. Pienso que hay que darle mucha realidad y mucha profundidad, ya que el poder contar la vida de esos niños, de esos ancianos olvidados, es algo muy serio a la vez que difícil. Hay que ser muy respetuoso con lo que se pretende transmitir de ellos, de su vida, de sus miradas,…., sus caras nos transmiten la pureza hecha imagen, sin retoques. Para conseguir un buen retrato, el fotógrafo tiene que controlar la luz, el ángulo y sobretodo el momento adecuado, para que se pueda ver y apreciar la profundidad de las personas a través de sus retratos. Y como siempre digo… "hay que estar en el "TAJO", no sólo verles desde arriba".
—Reside usted en Estepona y en esa zona malagueña parece que trabaja usted en un centro de menores. ¿Nos puede explicar su actividad?
—Pues si resido en Estepona, un pueblo costero perteneciente a Málaga y efectivamente, trabajo como educador social en un centro de protección de menores. En dicho centro se trabaja con chicos menores de edad, la mayoría de origen marroquí, aunque también hay menores nacionales y de otros lugares. Cuando un menor llega al centro, a manos de la Policía o del Servicio de Protección de Menores, suele sentirse muy perdido y asustando…y es ahí donde comienza mi trabajo, realizando el recibimiento, acogimiento y todo lo relacionado con el bienestar del menor, proporcionándole una educación sana, a la vez que procuramos enseñarle todo lo necesario para que pueda optar a tener un futuro mejor, integrado en nuestra sociedad, con el correspondiente aprendizaje del idioma español. Mi trabajo en el centro, el estar diariamente con los chicos, con sus historias de vida, sus sacrificios a tan corta edad… eso me hace ser como fotógrafo, más sensible, y eso se refleja cuando capturo fotografías del sufrimiento de los niños, son muy sinceros, muy puros… como la fotografía.
—Última palabra :
—Quiero agradecer de corazón, su invitación y la confianza depositada en mí, así mismo, también me gustaría agradecer la hospitalidad de las personas de Arcos de la Frontera, y lo bien que me han tratado en todo momento. Es por todo ello, que lucharemos por hacer que Arcos de la Frontera, sea un mundo sin fronteras, que una a todas las personas de buen corazón y a todos los amantes del arte, de la fotografía.