Incómodo con mi militancia

Publicado: 23/04/2021
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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Lo que Sócrates llamó filosofía de la duda para San Agustín era el paso previo al conocimiento de la verdad
En esta vida todo llega. Y, en mi caso, ya está aquí. Uno de los principios básicos que me acompaña desde la niñez me genera ahora desasosiego, incomprensión y hasta incomodidad. Supongo que será algo temporal y fugaz, consecuencia de los avatares generados por la pandemia, pero esa inquietud me lleva a compartir negro sobre blanco este momento como terapia antes de acudir al especialista.

Viendo cómo está el acontecer político compruebo que lo mío no es un caso aislado. Cuando los militantes de una formación política se sienten incómodos bajo unas siglas plantean su malestar para tratar de solventarlo por cauces internos. Si no lo consiguen, crean una corriente dentro del partido y si, finalmente, mantienen su perturbación pues entonces recurren al marxismo de Groucho y aquello de estos son mis principios y si no te gustan tengo estos otros. Cambian de siglas. Pocos se van a casa.



Es el pan nuestro de cada día, pero no pensaba que esa duda existencial me atrapara. Es lo que Sócrates llamó filosofía de la duda que para San Agustín era el paso previo al conocimiento de la verdad. Esa duda me corroe. Es el choque entre el fundamento, el principio original, ése que me convenció con determinación con apenas cuatro años y la perplejidad provocada por un acción disparatada, errónea e inoportuna tanto en el fondo como en la forma, propia de quien permanece en un púlpito y desconoce lo que piensa la militancia. Esa duda, que Descartes utilizó como base para llegar al conocimiento cierto, me plantea una encrucijada que estoy a punto de resolver.

Sí, en efecto, soy seguidor del Madrid desde pequeño. Es una de las pocas cosas que me acompañan desde entonces, generadora de alegrías y decepciones (más las primeras), pero siempre con la pasión del desinterés hacia unos colores heredados. Y en un plisplas ha llegado la alocada Superliga de Florentino provocando que, por primera vez, rechace la altiva actitud del club de mis amores. Supongo que es una entidad grande hasta en las cagadas. Por eso, no daré más pábulo antimadridista para proclamar que sí, que también superaremos este error y que la duda es pasajera. Que Descartes busque por otro lado.

 

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