Cuando Donald Trump nombró a la última componente de la Corte Suprema de los EEUU se dijo que se estaba blindando con su mayoría conservadora para que fuera finalmente quien decidiera la presidencia en unas elecciones que se estimaban empatadas. Los cálculos no se cumplieron. Ni las elecciones fueron de empate ni el tribunal se avino a darle la razón a Trump en sus locas reclamaciones. Pero el suspense ha durado días, aunque las instituciones han demostrado ser más sólidas de lo que deseaba el ocupante de la Casa Blanca, tentado a proclamarse “okupa”. Ante la demanda del fiscal general de Tejas, con apoyo de Trump, de 19 fiscales generales de estados republicanos y 126 congresistas republicanos, el tribunal no ha dudado. Significaba todo un reto pero la Corte Suprema – de seis jueces conservadores y tres progresistas- sentenció que “Tejas no ha demostrado un interés judicialmente reconocible sobre la manera en que otros estados (los estados clave donde perdió Trump) llevaron a cabo las elecciones. El resto de mociones son rechazadas como irrelevantes”. Al cajón.
Pedro Sánchez y Pablo Casado han estado dialogando (incómodamente por teléfono) tres larguísimos cuartos de hora sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo y el Consejo de Administración de Radio Televisión Española. Ha debido ser una conversación reiterativa y colmada de reproches mutuos porque no ha habido “fumata blanca” para un acuerdo, aunque la Constitución ordena taxativamente que las renovaciones son obligadas: “El Consejo General del Poder Judicial estará integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por veinte miembros nombrados por el Rey por un periodo de cinco años”….”Los miembros del Tribunal Constitucional serán designados por un período de nueve años y se renovarán por terceras partes cada tres”….y así lo hacen las leyes para el resto de los órganos que requieren un acuerdo amplio en las cámaras - incluido un pacto entre PP y PSOE-. Pero la composición de las Cortes ya no es tan bipartidista como para que se excluyan a los restantes grupos parlamentarios -sean nacionales o nacionalistas-. Sólo así esos órganos serán el retrato de la propia sociedad española, representada en el parlamento. Persiste el bloqueo. Habrá que seguir esperando que la Constitución sea tomada en serio. Para dudas, visiónese la sesión de ayer del Congreso.
