Al injusto y oneroso peaje de la autopista AP-4 le quedan 15 días de vida. Sólo 15 días más de una tortura sostenida injustificadamente en el tiempo: 50 años y 6 meses. Acabará un yugo que obligó a tres generaciones completas de gaditanos a rascarse el bolsillo para salir de Cádiz y llegar a Sevilla por una vía rápida. Los 88 kilómetros de la primera autopista de peaje construida en el sur de España, entre Dos Hermanas y Puerto Real, tenían al principio 3 peajes: Las Cabezas, Jerez y el puente Carranza, que costaban juntos 50 de las antiguas pesetas (un dinero considerable en 1969 y la década de los 70). En 1982 acabó el despropósito mayúsculo de pagar por salir de la capital gaditana por el puente.
El peaje jerezano fue liberado en 2005 por la Junta de Andalucía que ha pagado desde entonces a la concesionaria Abertis un lucro cesante que se aproxima a los 100 millones de euros. El 31 de diciembre se irá a la tumba el pago de 7,45 euros que hay que abonar en las cabinas de Las Cabezas (14,90 ida y vuelta). Los autobuses y camiones, el doble. Sólo la presión social ha logrado acabar con este maldito peaje que abonaban unos 15.000 vehículos diarios de media en invierno, un poco más en otoño, en torno a 20.000 en primavera y más de 25.000 en verano. Hay que sumar un millar de camiones al día. Los gaditanos dejaremos de ser los únicos andaluces que tenemos que pagar por desplazarnos a la capital andaluza por una autovía.
El grado de impopularidad de este peaje en la sociedad gaditana es tan elevado que incluso fue tildado de “impuesto revolucionario”, como denunció años atrás -en un gesto de enorme valentía en pleno apogeo de los gobiernos de Aznar- el entonces presidente de los empresarios gaditanos Miguel González, convencido de que ha lastrado el desarrollo económico de esta provincia. Un atropello del que han sido cómplices los expresidentes Suárez, González y Aznar que prorrogaron 6, 7 y 13 años respectivamente, hasta duplicar la concesión que debió concluir en 1993. Llegados al final de esta película de terror, Abertis debería hacer pública su cuenta de resultados con esta autopista con la que habrá ganado, más que pingües, indecentes beneficios tras medio siglo de recaudación legal, pero inmoral.
Asimismo, la provincia de Cádiz no debería bajar el listón de exigencia porque, a buen seguro, el mayor número de desplazamientos de visitantes y de empresas logísticas colapsarán en breve la autopista. Así que ahora todos a empujar para que desdoblen cuanto antes la vetusta y peligrosa Nacional IV.
