Miguel Mena Muñoz
España, ese país europeo que no despierta. Siglos y siglos de historia en los que nada cambia. Bismark dijo un día:
"Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a si misma y todavía no lo ha conseguido".
Lo entrecomillo no sea que a mi también me acusen de plagio o me despierte mañana con un máster.
Entre lazos amarillos, políticos presos, los máster regalados, viajes en el helicóptero presidencial, currículums dónde desaparecen doctorado y máster de algún que otro parlamentario, Ministras y Ministros que mienten o defraudan... Nos tienen dónde querían. Distraídos, totalmente dormidos y pendientes del circo.
¡Y Franco! Que decir de Franco... Que distracción tan ingeniosa y veraz para mantener distraídos a los unos y los otros mientras se pelean o debaten por algo que no hará que mañana sea distinto. Seamos realistas. Saquen del valle de los caídos o no al dictador, el paro, la desigualdad entre españoles, la educación de nuestros hijos, el empeoramiento de nuestra sanidad...no cesarán. Todo seguirá igual.
Pero igual hay algo que se les escapa a esta gentuza. Hay una gran parte de españoles que si nos damos cuenta del espectáculo de distracción. Que vemos discutir a los unos y los otros por algo que será irrelevante.
Muchos como yo, nacimos y crecimos en democracia, nacimos bajo la protección y los derechos que nos otorgan la constitución. Esa que nosotros no votamos, pero si lo hicieron nuestros padres y abuelos. Esa que respetamos y agradecemos a nuestros mayores, aunque obsoleta en muchos de sus puntos y sería nuestra tarea su reforma y adaptación a estos nuevos tiempos. Pero mientras tanto, aquí seguimos. Viendo como siguen discutiendo las dos Españas, mientras a nosotros se nos ignora.
Porque no somos ni de los unos ni de los otros. Somos la tercera España. Esa a la que le importa un pimiento dónde reposen los restos de Franco, esa que sabe que a los políticos catalanes presos, los han encarcelado jueces, y no un gobierno, esa que se preocupa por la subida de la energía y los combustibles mientras nos montan el circo y, sobre todo, esa que está hasta los cojones de los unos y de los otros.