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Jueves 18/04/2024  

Bienestar Social tiene abiertos 750 casos de maltrato infantil

La Junta retiró en el primer semestre del año ocho niños a sus padres por diversos casos de negligencia

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  • Los Servicios Sociales trabajan con 350 expedientes familiares en situación de riesgo
  • Detectan una media de quince o veinte casos de abusos sexuales al año en el hogar
La Dirección General de Bienestar Social y del Mayor ha abierto en lo que va de año un total de 350 expedientes familiares, detectándose posible casos de maltrato infantil en un total de 750 menores.
Desglosando la cifra, 150 corresponden al programa de Tratamiento Familiar, con 289 menores (162 niños y 127 niñas). Otros doscientos asuntos registrados, con 461 menores, son responsabilidad de los cinco equipos de intervención de zona. Este grupo de profesionales, compuesto por un psicólogo, trabajador social y un educador social, son los primeros que realizan la labor de diagnóstico inicial. Conscientes de la gravedad del problema trasladan el posible caso de negligencia infantil a los tres equipos interdisciplinares específicos y el proceso de protección de este menor continúa poniendo el conocimiento el caso ante el Servicio de Protección de Menores de la Junta.
El procedimiento de desamparo puede alargarse de manera indefinida a la vez que culminar, si no hay una reacción instantánea, en la retirada del menor del seno familiar. De hecho, en el año 2008 la Administración pública retiró la tutela de quince menores y en los primeros seis meses de este año fueron ocho los pequeños apartados del núcleo familiar al detectarse un entorno anómalo y perjudicial para el menor.
Asimismo, ya se han enviado otras doce notificaciones de situaciones de desamparo infantil sobre las que se sigue trabajando.
El perfil de los menores víctimas de maltrato suele incluirse en familias con menores a su cargo en situación de exclusión social, familias monoparentales con hijos menores con dificultades, familias en cuyo seno se han detectado situaciones de violencia que afectan directa e indirectamente a los menores a su cargo y familias con pequeños en los que se ha adoptado una medida protectora al objeto de posibilitar una reinserción familiar plena.
Analizando las familias, gran parte de las mismas carecen de apoyo suficiente para hacer frente a este tipo de cargas. Muchos de estos núcleos arrastran graves problemas como el analfabetismo, toxicomanías, trastornos emocionales, absentismo escolar, diferentes tipos de discapacidad, sobre todo las asociadas a la crianza de los hijos, falta de control sanitario y planificación familiar, precariedad económica o conflictos en el hogar donde vive el menor, entre otras razones. El inconveniente principal es que a estos problemas no se les ha ido poniendo remedio con el paso del tiempo, hasta que se han hecho crónicos. De hecho, el comportamiento maltratante o negligente se encuentra firmemente instalado en el funcionamiento de la familia.
Hablar de maltrato infantil es adentrarse en un terreno sumamente vertiginoso. La palabra no engloba únicamente agresiones físicas a los menores, sino que abarca más ámbitos. El más común es el del abandono en cuidados. No están aseados, el grado de absentismo escolar es elevadísimo y en ocasiones tienen problemas de desnutrición. “Entonces los padres no asumen con la responsabilidad que deben, no acogen a los menores en su proyecto de vida”, dice el director general de Bienestar Social y del Mayor, José Manuel Jiménez. Las circunstancias que empujan a los progenitores a cometer este tipo de negligencias son varias, pero lo habitual según los últimos expedientes, según explica el responsable municipal del ramo, es que los padres se encuentren en proceso de separación y utilicen a los pequeños como moneda de cambio o bien ambos se estén enzarzados en una disputa en la que salen a la luz acusaciones mutuas de maltrato hacia los hijos. Otras veces, la violencia del hombre no sólo se proyecta en la mujer sino también en los hijos, víctimas de agresiones físicas continuadas.
El tipo de maltrato más difícil de detectar es el de los abusos sexuales. El menor no suele encontrarse en condiciones para confesarlo, más aún cuando le unen lazos familiares al presunto agresor. Los servicios sociales detectan al año una media de quince o veinte casos aunque esa es sólo la cifra oficial. Según Jiménez, hay una cifra “escondida”, y es la de numerosos casos que nunca llegan a denunciarse.

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