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La tribuna de El Puerto

Desde la miga a la tablet

La biografía de Juan Ramón Jiménez escrita por el también onubense Juan Carlos de Lara, lleva como subtítulo “De las migas de Moguer al Instituto de Huelva”, y trata sobre el extraordinario papel que jugó la experiencia escolar en la vida del insigne escritor y poeta español

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La biografía de Juan Ramón Jiménez escrita por el también onubense Juan Carlos de Lara, lleva como subtítulo “De las migas de Moguer al Instituto de Huelva”, y  trata sobre el extraordinario papel que jugó la experiencia escolar en la vida del insigne escritor y poeta español.

Para el que no lo sepa, aclararé que las “migas” fueron establecimientos con vocación docente muy difundidos en nuestro entorno hasta la década de los sesenta del pasado siglo. Estos parvularios situados en casas particulares, estaban generalmente regentados por señoras cuya formación y habilidad les permitían impartir los conocimientos más básicos a niños en edades preescolares.

Las migas variaban dependiendo del nivel social de los asistentes. Muchas solo recogían a los niños mientras sus padres trabajan (niños que salían de ellas también para trabajar), y otras (las más pudientes) eran cuasi-escuelas, donde podía aprenderse a leer, escribir y realizar las operaciones matemáticas elementales, para luego pasar al colegio.

La miga a la que asistió Juan Ramón Jiménez fue la de doña Domitila, mencionada en Platero y yo, una miga “pudiente” como prueba el hecho de que en 1893 terminase estudiando Bachillerato en el colegio de San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa María.

Los de mi edad (o mayores) conocieron o incluso asistieron a alguna miga, y recordarán que en muchas de ellas el material de trabajo solía ser una pequeña tablita de pizarra enmarcada (del tamaño de una moderna tablet) y unas tizas en forma de lápiz, los pizarrines. Solo en algunas se empleó papel y lápiz, y por supuesto aun no existían los bolígrafos.

Lo cierto es que con tan escasos medios, e impartiendo unas clases que hoy día consideraríamos poco atractivas para los niños, en las migas muchas generaciones de españoles leyeron e hicieron dictados y cuentas por primera vez.

Durante décadas, cantando a coro, repitiendo letras y números, dirigidos por la persona responsable, en las migas adquirieron sus primeros conocimientos muchos niños que luego estudiaron, y sus únicos conocimientos muchos otros que no lo harían jamás.

Sería injusto que los jóvenes padres actuales desconociesen que la preocupación por enseñar en la edad preescolar viene de antiguo, aunque las tablets de hace cincuenta años no tuviesen batería y se borrasen con un trapito.

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