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¿Debe reformarse otra vez el estadio Chapín?

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Tal vez porque la ciudad está viviendo una particular catarsis ante el inminente ascenso del Xerez a Primera División que de alguna manera está haciendo perder la perspectiva de las cosas por un exceso de pasión, quizás porque hay quien insiste una y otra vez en intentar repescar viejos proyectos del pasado para atribuirse una medalla que no es capaz de lograr de otra forma o simplemente porque hay quien insiste en abrir debates populistas sin analizar las consecuencias, pero lo cierto es que empezar a hablar sobre la necesidad o no de reformar el estadio Chapín para acercar las gradas al terreno de juego es, en estos momentos, una polémica sin sentido y carente de toda lógica social y económica.
Se puede entender que los jugadores y cuerpo técnico respalden esta iniciativa, ya que a nadie le llama a engaño que el hecho de tener al público más cerca del terreno de juego ejerce más presión sobre el rival, pero también son conscientes de que no por estar pegados a la cal se ganan obligatoriamente los partidos. Pero lo que no es admisible, bajo ningún concepto, es que, pese a este beneficio deportivo, se plantee siquiera una reforma del estadio por el coste económico que tendría (en su momento se hablaba de seis millones de euros) en unos momentos donde la atención se debería centrar en ayudar a los desempleados y a los que lo están pasando realmente mal en lugar de centrar el gasto en unas obras absolutamente fútiles y gratuitas que nada van a solucionar, nada aportan de positivo para la ciudad y que, posiblemente, no serían entendidas por nadie que tenga un par de dedos de frente y una mínima capacidad de pensar las cosas antes de plantearlas.
El Xerez va a jugar en Primera División y eso es bueno para el equipo y para la ciudad y, por eso, todo lo que se pueda hacer para ayudar al club es necesario y positivo... pero si se hace con sentido común. Ha costado muchos esfuerzos poner fin a una subvención de dos millones de euros anuales que nunca se debió conceder para que ahora, al amparo de esa especie de fiebre azulina que recorre la ciudad, haya quien quiera ir más allá y defienda y aliente una reforma del estadio Chapín de estas características pagada con fondos de todos los jerezanos.

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