Nelson Mandela…nombre, que se asocia a la desobediencia civil, a la lucha histórica de un país, Sudáfrica, que se destacó históricamente por someter a unas condiciones de esclavitud y segregación a la población negra. Referente ideológico y político, que se mantuvo firme ante una colonización y explotación, con la creencia absoluta en una sociedad basada en la democracia, igualdad de oportunidades y en la libertad…Encarcelado, con la sentencia de cadena perpetua, Mandela, se convirtió en símbolo de liberación. Aunque no estuvo sólo. Lo acompañaron personas, negras y blancas, en un proceso de “evolución humanista”, que apostó por desbancar una política de división racial aberrante, que vejó, torturó y asesinó a tantísimos seres humanos. Significativos, fueron los movimientos de protesta, denuncia y no-violencia, tales como el Congreso Nacional Africano, el Partido del Congreso Africano o el Movimiento de Conciencia Negro. Pero, también es necesario y justo, visibilizar el papel de la mujer en este proceso, como, por ejemplo, la activista política, docente universitaria y Premio de los Derechos Humanos de la ONU, Helen Gavronsky (Suzman). Lideró el Partido Progresista Federal, que propugnaba la abolición del llamado “apartheid” (segregación), y se mantuvo durante décadas siendo la voz “blanca” que proclamaba los principios de la no discriminación y la igualdad sin distinciones, ni por origen racial, nacionalidad o género. Se preocupó por las condiciones extremas de quienes fueron condenados, no sólo con una pena privativa de libertad, sino con todo acceso a cualquier vía de información, alfabetismo y formación académica. ¿Y por qué recordarles? Primero, porque la divergencia ante la problemática del “racismo” aún existe, y vemos, como desde posiciones fácticas se promueve y retroalimenta (basta con observar el avance vergonzoso de la ultraderecha europea). Segundo, porque este domingo, 11 de Octubre, se celebra el Día de la Solidaridad con los/as Presos/as por la Ideología Política de Sudáfrica. ¿A cuántos seres inocentes se les ha atropellado y vulnerado sus derechos humanos? Seguramente, aún seguirá siendo una cifra incalculable, como lo es, la ansiedad de acumular el poder, el capital, o las libertades, por una minoría dominante hacia la mayoría dominada. Instaurar, sistemas dictatoriales o pseudodemocráticos, basados en el terror, en la violencia, o en imposiciones socioculturales y económicas interesadas, sigue siendo una práctica sin escrúpulos. Aquellos/as que tienen la supuesta “marca de Caín” (atribuidas por determinadas concepciones religiosas a la “raza” negra) son los segregacionistas y etnocentristas, y no precisamente sus víctimas. Cainitas, son quienes justifican la discriminación interracial, el esclavismo, la subordinación…Apartar para excluir, es de una bajeza humana indescriptible. Rechazar, negar la existencia a personas, colectivos, grupos o comunidades, es propio de sectores con ingentes complejos de inferioridad enmascarados por los de superioridad. El apartheid es una infección vírica, una patología que destruye el tejido social... La vacuna, es y será, la riqueza de la diversidad, el diálogo entre los pueblos, el respeto y la paz.
Eutopía
El Cainismo del Apartheid
Encarcelado, con la sentencia de cadena perpetua, Mandela, se convirtió en símbolo de liberación. Aunque no estuvo sólo
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