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Restos arqueológicos del negocio alfarero en la antigua Astigi

Más de quince profesionales, tanto franceses como españoles, han estado trabajando durante estos días en la parcela ‘La Barraca’, situada en el kilómetro 25 de la carretera que une Écija y Palma del Río.Expertos de la Universidad de Sevilla y Montpellier colaboran en el proyecto.

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Más de quince profesionales, tanto franceses como españoles, han estado trabajando durante estos días en la parcela ‘La Barraca’, situada en el kilómetro 25 de la carretera que une Écija y Palma del Río.
Y es que en otro tiempo, este lugar albergó la alfarería romana de Las Delicias: uno de los mayores alfares de la rivera del Genil, destinado a la fabricación de ánforas, para el transporte del aceite de oliva; base de la economía astigitana entre los siglos II y III d.C.

 

Interesados en el estudio del comercio oleícola romano que se desarrollaba en la Bética, la Universidad de Montpellier, en colaboración con su homóloga sevillana y el Ayuntamiento de Écija, han puesto en marcha este proyecto. Según fuentes consultadas en la sección española de la investigación, este yacimiento destaca por sus grandes dimensiones (más de cuatro metros de diámetro), dando buena muestra del importante papel que jugaba Astigi en la producción y exportación del aceite de oliva.

Aunque corría el año 1997 cuando se descubrieron los hornos alfareros en la finca, fue otro francés, el artista y arqueólogo George Edgar Bonsor (1855-1930) el primero que habló del establecimiento de Las Delicias a principios del siglo XX, así como destacaba la existencia de pequeños núcleos en la ribera del Genil, destinados a la producción de ánforas y dando lugar a una suerte de polígono industrial de la época. Durante un abrasador verano de 1901, el francés recorrió esta zona, destacando además, la necesaria presencia de pequeños puertos, para realizar el transporte de las ánforas desde el Genil hasta los muelles de ‘Celti’, cerca de Peñaflor; lugar escogido para hacer el transbordo de la mercancía a barcos de mayor envergadura, que se encargarían de transportar las pesadas ánforas desde el Guadalquivir a otros puntos del Imperio, como Roma o Britannia.

Prueba de esta exportación, es el Monte Testaccio: colina artificial, situada al sudeste de Roma y formada por la acumulación de ánforas que eran arrojadas allí, después de llegar a la ciudad, desde todas las provincias del Imperio.

Según investigadores como el Doctor y profesor de la Universidad de Barcelona , D. José Remesal, casi todas las piezas que formaron este monte a orillas del Tiber, provenían de una única provincia: La Bética (actual Andalucía).
A la luz de este descubrimiento, cabe suponer que muchas de las ánforas que fueron depositadas en el Testaccio, provenían de la Astigi Romana, que aprovechó el paso del río Genil por la ciudad, para el transporte por navegación del preciado líquido.

Los investigadores que durante estos días han trabajado en La Barraca, aseguran que los alfares se extienden a lo largo de 20 kilómetros entre Écija y Palma del Río. Por ello, esperan que Las Delicias suponga el primero de una larga serie de descubrimientos arqueológicos, que ayudarán a entender un poco mejor el comercio que unía a la Bética con el resto del Imperio.
En este sentido, el área de Turismo del Ayuntamiento de Écija, estudia la posibilidad de crear rutas culturales a través de estos yacimientos, activando la economía local.

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