Peugeot ha hecho de su nuevo SUV 4008 un símbolo de unicidad, pues en varios mercados europeos no tendrá más opción que la del motor diesel 1.8 HDI de 150 CV en el nivel de equipamiento Allure, y la modalidad de tracción integral 4x4, así que, para quien se incline por este modelo, la oferta queda simplificada al máximo.
El 4008 es la última pata de la colaboración entre Mitsubishi y PSA Peugeot Citroen en este tipo de vehículos SUV que, tras el trío 4007, C-Crosser (Citroen) y Outlander (Mitsubishi), toma el relevo otro conformado por el protagonista de esta prueba, el Mitsubishi ASX y el Citroen C4-Aircross, más centrado en el segmento de compactos de este tipo de todoterrenos. Tres modelos, además, con personalidad de marca mucho más definida y resaltada que la serie anterior.
La firma del león se ha apuntado a otra heterodoxia con el modelo de marras, pues ha preferido un lanzamiento escalonado, empezando por mercados emergentes con una gama más amplia de motores gasolina y diesel, reservando el último lugar para Europa Occidental con esa única versión en buen número de países.
El 4008 no es del todo un sucesor del 4007, aunque emplea muchos componentes de su plataforma. Reduce, respecto al antecesor, en tres centímetros la longitud, pero amplia la distancia entre ejes, para mejorar la habitabilidad, y también incrementa los anchos de vía para permitir la inclusión de ruedas de 18 pulgadas. El retoque de cotas tiene su mejor visibilidad en los cortos voladizos resultantes del coche.
Asimismo, asume muchos de los signos externos de la marca ya presentes en su gama más reciente, como la parrilla flotante y enmarcada en un cromado, una capó más inclinado, aunque de tendencia horizontal, junto a unos faros muy afilados que abundan en una mirada más felina aún si cabe. El componente de la iluminación se subraya con las luces diurnas LED.
La parte lateral queda perfilada con una línea de cintura alta, no excesivamente progresiva y el poderoso contorno de los pasos de rueda, así como en el dibujo de las llantas multirradios, que ahondan en una imagen más agresiva.
Un junco, visible, atraviesa el portón trasero, donde los pilotos adoptan una original forma de garra felina.
Las modificaciones de cotas se notan en una habitabilidad interior conseguida para viajar con un plus de comodidad hasta cinco personas, siempre que el ocupante de la plaza central trasera sea un niño.
Los asientos delanteros se acomodan con acierto a la zona troncal y la distancia de la banqueta ayuda a hacer muy agradable y reposada la conducción. La visibilidad es amplia y el equipamiento del techo acristalado introduce en el interior una luminosidad que anima el ambiente.
Los dispositivos tienen todo el fácil acceso que puede proporcionar una botonadura de buen tamaño y con bastantes dosis para ser manipulada con intuición. Al mismo tiempo, el acceso visual a los relojes informativos juega muy a favor de la buena ergonomía del 4008.
La sensación de acabado transmite buenas vibraciones y no se ha escatimado en el aspecto cualitativo de los materiales como lo refrenda una tapicería en semicuero, el volante forrado, los plásticos blandos en el salpicadero, un equipo de sonido muy envolvente y la pantalla táctil desde la que se maneja los sistemas de navegación y de intercomunicación.
La vida a bordo tiene otro aditamento con la capacidad adecuada del maletero, que, incluso, puede ampliarse, si en lugar de la rueda de repuesto de emergencia se opta por un kit antipinchazos. Queda como debe en esta zona, una boca de carga levemente elevada que dificulta algo la tarea de carga.
El motor ya tiene buena parte del punto de partida recorrido con los test en que ha sido sometido en otros modelos del grupo automovilístico francés, sobre todo en las gamas altas. Tiene un comportamiento impecable en sonido y en prestaciones como sus aceleraciones y recuperaciones en las que se constata su efectividad.
Puede pecar de desviarse algo de los gustos al uso de los últimos tiempos, pues deja su mejor rendimiento para registros un tanto altos. No es que el coche se ahogue, pero requiere un poco más de revoluciones de lo normal para asegurar su grado de respuesta. Esto, a la larga, se traduce en un consumo que en la prueba se ha disparado un poco por encima de los siete litros y que en el seguimiento por el ordenador de a bordo dejaba poco margen para intentar llevarlo por debajo de los dos dígitos de gasto, incluso dentro de los límites de la velocidad máxima legal. Eso sí, cuenta con el sistema de parada y arranque automáticos, (start and stop) de una gran exactitud y suavidad en su funcionamiento.
Sí ha gustado, y mucho también, el escalonamiento de la transmisión manual de seis velocidades y el fácil engranaje que tenían las mismas desde la palanca de cambios.