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Discurso de Navidad del Rey

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Ante las expectativas despertadas en la sociedad española, por si Su Majestad el Rey haría mención este año a la corrupción existente en España, a tenor del grave asunto que rodea a la Casa Real española por las presuntas corruptelas cometidas por su yerno Iñaki Urdangarín. En las que, al parecer, ha salpicado, presuntamente también, a su esposa Cristina de Borbón, hija del monarca español.

A las 21.00 horas en punto del pasado sábado 24 de diciembre, me encontraba cómodamente sentado delante del televisor sin pestañear para no perderme ningún detalle teledirigido. Comenzando la retransmisión con una panorámica nocturna pero muy bien iluminada, supongo, del Palacio de la Zarzuela; sonando de fondo la Marcha Real española, para inmediatamente después hacer acto de presencia Su Majestad en el monitor, diciendo inicialmente con su singular articulación fonética lo siguiente: “Buenas noches, en Noche Buena, como cada año, me dirijo a todos vosotros para transmitiros mis mejores deseos de paz y felicidad”.

En esos momentos, servidor de usted, estimado lector, por lo que representa en la democracia española la Corona, de forma espontánea, me levanté de donde estaba sentado y me quité el sombrero, contestándole a Su Majestad respetuosamente -igualmente le deseo a usted y a los suyos Majestad-.

Después, me senté y volví a cubrirme la cabeza con el sombrero, pero ante el ruido tan estridente que hacía la olla a presión donde estaba siendo cocinado un puchero familiar con la pringá, las zanahorias y cebollas, etc., sin que me dejara percibir nítidamente lo que decía Juan Carlos. Alcé la voz y pedí un poco de silencio, porque estaba hablando el Rey y todo lo que él diga va a misa, porque “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”.

Juan Carlos prosiguió y supongo que para él, este discurso en sus 36 años de reinado en España, habrá sido el más difícil y complicado de pronunciar, porque no es agradable y mucho menos cómoda la situación en que se encuentra actualmente la dinastía Borbónica, con las presuntas corruptelas de su yerno Urdangarín.
El Rey hablaba y hablaba inicialmente acerca de la crisis económica... Y por fin, salió de su garganta el premio gordo de su discurso, diciendo lo que a gran parte del pueblo español le preocupa muy mucho junto al paro, que es lo siguiente:

“…Junto a la crisis económica, me preocupa también enormemente, la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública, respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar. Cuando se producen conductas irregulares, que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada, sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos…”

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