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Andalucía

El derrocamiento de Al Asad, negocio para los talleres de chapa y pintura de Damasco

La calle Ibn al Abás es un emporio de talleres de chapa y pintura, que se suceden uno tras otro muy cerca de la ciudad vieja de la urbe

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  • Damasco. -

El derrocamiento de Bachar al Asad ha resultado ser un buen negocio para los talleres de chapa y pintura de Damasco. La conexión entre ambos sucesos pasa por la conjunción de tradiciones árabes, muchas armas de fuego, alegría desbordada y buena o mala suerte, según se mire.

Los sirios celebraron el fin de más de 50 años de férreo gobierno de la familia Al Asad pegando muchos tiros al aire, pero que no cayeron en la arena sino más bien en las lunas de centenares de vehículos, dejando un rastro de cristales reventados y resignados propietarios agolpándose en busca de repuestos.

La calle Ibn al Abás es un emporio de talleres de chapa y pintura, que se suceden uno tras otro muy cerca de la ciudad vieja de la urbe.

Tres días después del la caída del exmandatario, ahora exiliado en Rusia, y la toma del poder por parte de la insurgencia islamista encabezada por la Organización para la Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS, en árabe), al cruel tráfico habitual se unen las pintorescas dobles y triples filas de coches sin parabrisas.

Depende del dólar

Esam es el propietario de una de estas tiendas y atiende a EFE mientras fuma incansablemente detrás del pequeño mostrador de su negocio y sus ocho empleados se mueven de un lado al otro sacando material del almacén, limpiando restos de vidrio, arrancando silicona y poniendo nuevamente en su sitio gomas, sellos y cristales.

Está contento, pero no por su negocio: "Todo el pueblo aquí está contento, después de la salida del tirano Bachar al Asad", dice.

Lo que no dice es lo que cobra por servicio, pero aclara que, pese a la emergencia, "los clientes pagan precios normales, ya que el dólar está caro ahora".

EFE averiguó que una luna delantera o trasera sale por unos 50-60 dólares, en función del modelo, mientras que una ventanilla ronda los 30 dólares.

El sueldo de un trabajador no cualificado en Siria ronda oficialmente los 12 dólares al mes.

En su taller arregla unos 20 coches al día desde el lunes y calcula que el flujo durará "dos semanas". En su tramo de calle hay "dos o tres talleres" más, y en la siguiente, otros "dos o tres".

Sin embargo, descarta vehementemente que esta situación sea un gran negocio, ya que la importación de productos es muy cara, y los ciudadanos corrientes no pueden pagar mucho más. Él, como muchos otros sirios con los que habló EFE, tiene mucha fe en que la nueva situación lo primero que traiga sea una liberalización de las importaciones.

Nada deliberado

Más abajo en la calle, otro mecánico que no quiso identificarse confirmó que el trabajo es mucho, pero que parará pronto ya que "la caída fue el domingo" y prevé que las celebraciones pararán pronto.

Y es que ocasionalmente aún sigue habiendo tiros al aire en la ciudad, fruto de la presencia de miles de hombres jóvenes armados y un ambiente de algarabía, que siguen la tradición de todo Oriente Medio de que en cada festejo que se precie, debe haber disparos. Cuantos más, mejor.

Son relativamente frecuentes las tragedias por este motivo.

Mientras arrancaba los restos de goma y cristal de su parabrisas trasero, Mohamed explica indolente que lo que pasó es "que simplemente cayeron balas y se rompieron los vidrios". Aclara que "no fue nada a propósito o deliberado, fue todo por alegría".

"Ya estamos mejor, ya no hay injusticia ni opresión. Hemos sufrido mucho. Esperamos lo mejor si quiere Dios. El futuro llegará. Poco a poco. Todos a aquellos que conozco, amigos y familiares, están contentos, ya no hay injusticia, ya hay libertad y se puede hablar libremente. Ahora tenemos de todo, antes nada", dijo.

 Luego matizó, "se necesita tiempo, estamos en el principio. Pero estoy seguro de que dentro de poco tiempo será todo mejor" aclaró, entre el asentimiento de mecánicos y otros sufridos clientes. 

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