A veces la misma historia nos hace soñar y, curiosamente, en la Huelva que estamos viviendo después de muchos años de apaños y demasiadas incertidumbres, por vez primera detecto -algo más allá de mis afectos y recuerdos- que ese onubensismo a veces tan reacio e incluso indolente está dando síntomas de actividad. El espacio no me da para entrar en detalles, pero la realidad es que desde que las distintas fuerzas políticas de Huelva están impregnadas de ese amor propio que en multitud de ocasiones nos ha caracterizado -¡viva aquel 3 de marzo de 1.988!- todo va teniendo distinto color. El simple hecho de que las calles del centro riguroso nos den la sensación de que andamos por casa y las dinámicas impregnadas desde el Ayuntamiento a la Diputación Provincial, pasando por la propia Junta de Andalucía, la mayoría de las veces un tanto fuera de juego e inoperante -algo que estoy seguro también irá cambiando- resulta que, empezando por el Puerto, justamente al cumplir 150 años, está dando sus primeros frutosy con cifras en la mano el turismo empieza a despuntar y la industria, desde nuevas perspectivas energéticas, se encuentra en el punto de partida para decir que ha llegado su segunda hora…
Sí, vamos a situarnos en Fitur de este año, donde a lo mejor Huelva no ha sabido exteriorizar del todo sus infortunios en materia de infraestructuras ferroviarias, hidráulicas y en carreteras -¡ay ese AVE tan manipulado!- y las aceptables cifras registradas este año en cuanto a recepción de visitantes, ocupaciones hoteleras e iniciativas cuya meta es acabar con esa nefasta estacionalidad que desestabiliza todo. Sí, de nuevo ¡ay! porque repasando la historias reciente se empieza a respirar algo más que alegría e incluso esperanza y optimismo, de cara a ese centenario de la primera gran aventura aérea de cruzar el Océano Atlántico, nada más y nada menos que desde La Rábida, y amerizar en el mismo continente que en 1492 lo hicieron Cristobal Colón y los hermanos Pinzón. ¡Sí!, ahora más que nunca, ¡Huelva, Huelva, Huelva! Porque aquí, dos veces, empezó todo.
Sí, porque han pasado demasiados años desde que “la humanidad lleva 8 años de espera”, de que, por fin, el monasterio de La Rábida y los Lugares Colombinos presentaron su candidatura como Patrimonio de la Humanidad, todo un reto inicial de esa renovada y arrolladora y pletórica de entusiasmo que es la Diputación Provincial de don David Toscano Contreras, que no deja pausa en esta y otras iniciativas que afectan a pueblos de las provincia dentro de ese paquete que considera esencial para afianzar la identidad con figuras de protección de conjuntos histórico-artísticos de nueve pueblos y proyectar su nombre con letras de oro, todo ello a base de aglutinar esfuerzos, como es también el caso de doña Pilar Miranda Plata -alegría y entusiasmo a raudales-, que como si el Puerto siguiese en sus manos, trabaja con don Alberto Santana, su sucesor en el Puerto, para dejar casi como estaba el para muchos todavía no suficiente valorado “muelle de los ingleses”.
Sí, ahí puede estar la clave de un éxito asegurado si aparece la necesaria locomotora como antaño y, mirando a La Rábida y su entorno, idealizar y materializar sobre el agua una réplica del hidroavión Plus Ultra, o desde tierra, algo no imposible si surgiese del agua como esa torre de energía eléctrica cercana al lugar. La imaginación no para porque, ¿qué pasa con el viejo proyecto del arquitecto Martínez Feduchi, autor de aquella Casa-Museo de América en La Rábida de la que tanto me hablaba en Madrid don Antonio García-Ramos Vázquez, presidente de la Diputación Provincial y fundador de la Caja Provincial de Ahorros de Huelva? Sí, tres pilares indispensables para hablar de historia como son La Rábida y los Lugares Colombios, y como algo espectacular la réplica del hidroavión y para completar el itinerario el ahora incompleto muelle-cargadero que nos dejaron los ingleses: algo más que historia, ¿no?
P.D.- Adjunto foto del hidroavión Plus Ultra como ilustración poco conocida.