La cifra de fallecidos por el fuerte terremoto que golpeó el centro de Japón el pasado lunes se elevó hoy a 126, mientras sigue la búsqueda de más de 200 personas aún desaparecidas, unas tareas dificultadas por los destrozos en las infraestructuras y las lluvias y nevadas previstas en la zona.
El seísmo de magnitud 7,6 que sacudió la prefectura de Ishikawa (centro de Japón) causó amplios daños en carreteras y viviendas y otros edificios de la zona, donde se cree que continúan centenares de personas atrapadas o aisladas a la espera de la llegada de los servicios de rescate.
A los obstáculos para acceder a todas las zonas afectadas se suman las repetidas réplicas del terremoto, entre ellas una este mismo sábado de magnitud 5,3, que junto a las condiciones meteorológicas adversas están causando nuevos desplazamientos de tierra y anegando zonas afectadas.
El balance de fallecidos ofrecido por las autoridades locales superó el centenar a primera hora de este sábado, y alcanzó los 126 en las últimas cifras hechas públicas a las 17.00 hora local (8.00 GMT), la mayoría de ellos en las localidades de Wajima y Suzu.
A ellos se suman 210 personas cuyo paradero se desconoce, y cuyas identidades se han hecho públicas para tratar de facilitar su localización. Otras 516 personas resultaron heridas de diversa consideración a causa del terremoto, según los datos anunciados por el Gobierno de la prefectura de Ishikawa.
Este mismo sábado, una avalancha de barro causada por el último temblor arrasó docenas de casas en la localidad de Anamizu, dejando al menos tres fallecidos y a otra decena de personas atrapadas, según las autoridades locales.
Trascurridas ya más de las 72 horas consideradas clave desde la catástrofe del lunes para hallar a supervivientes, los servicios de rescate continúan la búsqueda entre los escombros de edificios derrumbadas y en zonas que quedaron sepultadas por corrimientos de tierra o inundadas por el tsunami desencadenado por el seísmo, que alcanzó los 4 metros en algunos puntos costeros.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, instó a todos los ministerios, organismos y autoridades locales implicadas en las tareas de rescate a "hacer todos los esfuerzos para tratar de salvar tantas vidas como sea posible", durante una reunión de coordinación de las operaciones de emergencia, según recogen los medios locales.
Debido a los daños en las infraestructuras, las autoridades también están teniendo grandes dificultades para transportar suministros como alimentos o agua potable a las aproximadamente 31.000 personas que continúan evacuadas en unos 357 centros de acogida.
Algunos de estos centros no cuentan con agua corriente, al igual que 66.000 domicilios de la prefectura, mientras que 24.000 hogares continúan también sin suministro eléctrico.
El Gobierno de Ishikawa anunció que comenzará a construir el próximo viernes alojamientos temporales para los desplazados por el desastre natural, que se sitúa entre los más graves que han golpeado al país en las últimas décadas.
En concreto, este seísmo ya es el más mortífero en Japón desde el de 2011, un temblor de 9 grados que provocó un tsunami que dejó más de 20.000 muertos y provocó el desastre nuclear de Fukushima, el peor desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.