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Misión imposible con sangre

El banderillero Eduardo Gómez El Gary recibe una cornada de carácter muy grave

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  • El albaceteño José Ignacio Rodríguez le cortó la oreja al tercero. -
Una oreja y una cornada muy grave es lo más destacable de un festejo que se vivió entre el “¡ay¡” y el “¡uy!” y que congregó menos de un cuarto de plaza la noche del pasado jueves. Los utreros de Montes de Oca, de variada presentación, serios de pitones, astifinos, descastados y complicados, no dieron para más. Los buenos se quedaron en el campo. Empujaron a los caballos, aunque estuvieron mal lidiados y banderilleados, excepto la actuación de Gimeno Mora y Miguel Ángel Sánchez.
Bastante hicieron con salir a pie la terna con sus cuadrillas, excepto el banderillero sanluqueño Eduardo Gómez El Gary que recibió una cornada fuerte al resbalar tras intentar colocar un par de banderillas.
Fue intervenido en la enfermería de la plaza de una herida inciso contusa en la región media del muslo izquierdo, en dirección posterior interna con dos trayectorias de 25-28 centímetros y gran destrozo, aponeurosis y masa muscular. Sufre desgarro en la vena femoral y diversas colaterales, pronóstico muy grave. Posteriormente se le trasladó a la Clínica Los Álamos de Jerez.

La noche se puso cuesta arriba a medida que transcurría la lidia, solventada con oficio por los dos novilleros debutantes, el roteño Juan Manuel Vázquez Romero, que dio la vuelta al ruedo en su primero, y el albaceteño José Ignacio Rodríguez que le cortó la oreja al tercero, tras estar con firmeza y decisión en sendas faenas de muleta, además de manejar el capote con soltura. Por su parte, Sandra Moscoso deambuló con el que abrió plaza, muy astifino, entre la inseguridad y un novillo acobardado que se defendía en tablas. Con el otro, cuajado y presencia de cuatreño, puso voluntad, estirándose en algún que otro derechazo. Mal con la espada.
Valiente y en novillero Vázquez Romero, recibiendo a puerta gayola a su lote. Con el primero, se la jugó ante un utrero que recibió dos puyazos y le buscaba el cuello, Mereció la oreja. Con el manso que hacía quinto, expuso hasta que se echó.
El trofeo que paseó Rodríguez al tercero, bajo de fuerzas, que se dejó algo en la muleta, alargó el brazo en una serie de naturales de buen aire. Se tiró con fe matando de estocada. Con el sexto bis, sustituto de uno del hierro titular devuelto por escasas fuerzas, insistió colocándole bien la muleta, sin mayor lucimiento.
Una anécdota para la historia y es que la Banda de Música Maestro Dueñas que tan bien toca, no atacó en ninguna de las seis faenas de muleta. Hasta la parada torpe, inepta y miedosa de cabestros, di el numerito. ¡Qué noche la de aquel día! Para olvidar.

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