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Donación de sangre

El acto de la donación de sangre es libre y altruista, no puede ser motivo de comercio. Es un claro ejemplo de la aplicación de principios bioéticos

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A pesar de los avances científicos, la sangre no se puede fabricar, y en la medicina moderna, tratamientos como el del cáncer, en la cirugía compleja, los accidentes de tráfico o en los trasplantes de órganos, serían imposibles sin transfusiones.

Las transfusiones de sangre y de sus componentes constituyen el tratamiento más utilizado para corregir las pérdidas de sangre agudas y las anemias crónicas. Así cada día decenas de pacientes en nuestros hospitales salvan su vida o recuperan su salud gracias a la transfusión de sangre y sus derivados, y detrás de todos estos avances están miles de donantes anónimos que lo hacen posible, ya que con una donación se salvan tres vidas.

Las instituciones y los servicios sanitarios se esfuerzan día a día por mantener y aumentar los índices de donación como garantía imprescindible de esos procesos.

El descubrimiento de los grupos sanguíneos así como el desarrollo de las soluciones anticoagulantes necesarias para la recogida de la sangre, el perfeccionamiento de los equipos de infusión de sangre, así como las bolsas plásticas con anticoagulantes y los equipos desechables que permiten la conservación de la sangre durante varias semanas en refrigeración, han permitido la creación de los bancos de sangre como una institución donde se guarda sangre, se producen los hemoderivados, además de regular y asegurar la transfusión de los mismos a los pacientes que lo necesiten.

La donación de sangre es un acto indispensable para el mantenimiento y la optimización de una adecuada prestación sanitaria. La seguridad de los componentes y derivados sanguíneos depende sobre todo de la calidad de los donantes de sangre, por tanto, es importante que los donantes de sangre sean sanos y con bajo riesgo, por lo que el proceso de captación y selección de estos debe ser eficaz.

El acto de la donación de sangre es libre y altruista, no puede ser motivo de comercio. La donación es un claro ejemplo de la aplicación de los principios bioéticos, aquí el principio de la autonomía tiene su más claro exponente.

El donante de sangre debe ser un individuo que voluntariamente y de forma altruista está en disposición de brindar su sangre o algunos de sus componentes para ser empleados en enfermos que lo necesitan, y si lo hacen con regularidad, ofrecen mayor seguridad, ya que son evaluados con frecuencia y en muchos casos, se puede contar con su colaboración durante las emergencias.

El acto de donar sangre es sencillo, rápido, prácticamente indoloro y controlado médicamente. Los profesionales del Centro de Transfusión atienden al donante durante todo el proceso para que su esfuerzo solidario sea lo más gratificante posible y para que la sangre donada sea correctamente tratada y destinada a la obtención de los hemoderivados necesarios para la transfusión de los pacientes que lo necesitan con las máximas garantías de seguridad.

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