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Acento andaluz

La plausible opinión de Palomar

Siempre me han seducido especialmente los personajes públicos (deportistas, músicos, actores, etc...) que han utilizado el enorme altavoz de su relevancia...

  • DAVID PALOMAR. -

Siempre me han seducido especialmente los personajes públicos (deportistas, músicos, actores, etc...) que han utilizado el enorme altavoz de su relevancia mediática para mostrar su compromiso en asuntos que afectan a la sociedad que los idolatra. Lo fácil es ponerse de perfil, decir que solo entienden de su disciplina, que sólo hablan de su talento o su último espectáculo, pero también es hasta cierto punto comprensible en un mundo que te encasilla rápidamente sin matices y te orilla o te encumbra, según los pareceres ideológicos o sociales con los que comulgue cada colectivo. Disculpo a quienes guardan la ropa, pero aplaudo con fervor a quienes entienden que tienen un papel de compromiso que deben asumir.

Por ello, quiero saludar especialmente al gaditano David Palomar, un flamenco especial, un cantaor con el gran angular de un cantante que grita al mundo en su nuevo disco 8 Miradas su compromiso contra la violencia de género, la contaminación en los océanos, sobre la evolución, la inmigración en el Estrecho y otros asuntos de plena actualidad. Es su valiente canal para expresar sus emociones y opiniones a través del altavoz de su popularidad para aportar su granito en la movilización de las conciencias. Ya era fan de su duende, de sus alegrías y sus bulerías-evocadoras de Chano Lobato para algunos y de Mariana Cornejo para otros-, pero ahora rezuma la vocación universal de los grandes artistas.   

El ejemplo más evidente de que con él no vale la equidistancia, de que en ocasiones hay que ser dogmáticos,  es Tiento y Sangro, un superlativo himno de denuncia contra la lacra de la violencia machista que debería recoger, a mi juicio, el testigo del impacto que causaron otros temas que conmovieron a la opinión pública como Malo de Bebe, María se bebe las calles de Pasión Vega o el pasodoble Con permiso, buenas tardes de la comparsa Los Piratas del reconocido autor carnavalesco Antonio Martínez Ares. Como dije meses atrás cuando presentó esta canción, el quejío desgarrador de Palomar te atrapa y te sumerge en un dolor infinito, especialmente cuando canta un estribillo que nos sitúa a los hombres frente a la destrucción que provoca la expresión más cobarde y ruin del machismo: “Maldigo aquel día, creía que iba a perderme, me puso la mano encima. Y caer, caer, caer y levantarme de una vez, aunque me cueste convencer a un corazón tan roto. Y querer, querer, querer que esto no vuelva a suceder. Y poder, poder, poder quitar los clavos de una vez, sentirme libre sin tener que remediarlo todo y querer, querer, querer que esto no vuelva a suceder”.

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