Hace unas semanas se hizo público un curioso deseo de la localidad gaditana, convertir en Patrimonio de la Humanidad las "charlas al fresco".
El ayuntamiento del pequeño pueblo gaditano echa en falta algunas costumbres que se van perdiendo en parte por el uso de las nuevas tecnología y, en gran medida, a causa de la pandemia.
Algar apenas supera los 1.400 habitantes y desean recuperar las charlas físicas, la comunicación directa que en grandes ciudades ya parece desplazada por completo entre muchas personas.
Las charlas al fresco son pura esencia de Andalucía, más aún en localidades tan pequeñas donde todo el mundo se conoce. Una vez que el sol deja de apretar, los vecinos sacan sillas a la calle para charlar, así de sencillo. Corrillos de vecinos comentando mil cosas, cara a cara, nada de redes sociales ni tecnología.
El ayuntamiento pidió a los vecinos que el pasado viernes salieran "a sentarse al fresco para charlar como siempre". Dicho y hecho, los vecinos acogieron bien la idea, aunque no esperaban que saliese más allá del pequeño pueblo gaditano.
Ante el peligro de perder esa costumbre de relacionarse, el pueblo gaditano se ha propuesto que esas charlas sean Patrimonio de la Humanidad, algo que si en el resto de nuestro país parece curioso, debe ser una "locura" en otros lugares con muchísima menos tradición de contacto humano.
Quizás por ello esta iniciativa haya llamado la atención de medios internacionales como 'The Guardian', que ha publicado la historia recientemente.