La consulta de COVID-19 del Hospital Regional Universitario de Málaga hace seguimiento a un centenar de pacientes con COVID persistente desde su puesta en 2020. A cargo del servicio de Enfermedades Infecciosas del centro sanitario, en la misma se atiende a personas que una vez pasado el COVID, persisten con múltiples y variados síntomas de prácticamente todos los órganos y sistemas siendo los más frecuentes el cansancio extremo o la disnea.
El servicio de Enfermedades Infecciosas del centro sanitario habilitó una consulta post COVID-19 en mayo de 2020 para atender inicialmente a los pacientes que presentaban secuelas tras la fase aguda de SARS-CoV-2, que afectaban fundamentalmente a la esfera respiratoria, como insuficiencia respiratoria, bronquiolitis o fibrosis pulmonar secundaria a la neumonía grave intersticial desarrollada en la fase aguda. Desde entonces y hasta la fecha, han atendido a un millar de pacientes, han informado en un comunicado.
El jefe de servicio, José María Reguera, señala que la mayor parte de los pacientes recibía un seguimiento telefónico al mes de alta hospitalaria, encontrándose gran parte de ellos totalmente recuperados. "Sin embargo detectamos que en torno al 20 por ciento requerían revisión por Neumología debido a secuelas respiratorias de la infección aguda o porque presentaba patologías directamente relacionadas como tromboembolismo pulmonar y otro 20-25 por ciento presentaba síntomas generales. En este grupo es donde empezamos a detectar el Covid persistente", agrega.
En este sentido, el infectólogo señala que en torno al cinco-diez por ciento de los pacientes que han padecido COVID-19 desarrolla síntomas persistentes tras la fase aguda. Así, se ha determinado que el Covid se considera persistente si a los tres meses de la infección aguda continúan los síntomas en múltiples órganos, fluctuantes en intensidad y localización, que se prolongan en el tiempo. "Es como si la fase aguda realmente no hubiese finalizado y se prolongasen los síntomas, que pueden ir variando e incluso apareciendo síntomas nuevos", señala Reguera.
La mayor parte de los síntomas tienen que ver con astenia o cansancio extremo y sensación de disnea, pero al contrario que el caso de las secuelas, con pruebas radiológicas y funcionales pulmonares normales. También hay pacientes que presentan caída del cabello, palpitaciones y taquicardias, dolor torácico inespecífico, persistencia de ausencia de gusto y olfato con olores y sabores fantasmas, cefalea, pérdida de memoria y concentración.
Otros, también refieren síntomas como dolores articulares y musculares, labilidad de la tensión arterial con tendencia a la hipotensión, mareos, vértigos, trastornos digestivos, febrícula o picos febriles esporádicos. Muchos también sufren frecuentemente insomnio y alteraciones del ánimo y ansiedad.
Así, los pacientes que presentan sospecha de COVID persistente, son valorados en la consulta en una primera aproximación, normalmente telefónica antes de la derivación, en la que se enfoca la sintomatología principal y las pruebas que van a requerir. "Se le da una cita presencial en la que se lleva a cabo una historia clínica completa, exploración física con toma de constantes incluyendo la saturación de oxígeno, una analítica completa y otras pruebas complementarias si son necesarias", explica el jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas.
Tras esto, son revisados con el resultado de las pruebas complementarias y según estos y la situación clínica o son dados de alta del seguimiento o se les revisa cada tres meses inicialmente, si la sintomatología persiste. Muchos de los pacientes precisan valoración por otros especialistas, fundamentalmente de los servicios de Neumología, Neurología, Cardiología o Rehabilitación.