Ya estamos en 2021! El deseado, el esperado. No más añorado por su posible bondad, sino por el cambio de almanaque que representa y por poder arrancar sus hojas con la mayor descarga de energía posible, para devolver al lugar de donde nunca tuvo que salir su antecesor: ¡la basura!
Pero no nos engañemos, podemos emplear la mayor de las violencias en descolgar el almanaque del 20 de nuestra pared de la cocina -lugar predilecto para colgar estos chismes, justo al lado del telefonillo de apertura de puerta-, que por mucho que nos esmeremos en el empeño, sólo estaremos cambiando de año administrativo, no natural.
Aún recuerdo que de pequeño pensaba que el informativo diario carecería de contenido el día 1 de enero y que la “sesión de tarde” vendría rauda a saludarnos el nuevo año… ¡inocente de mí! Hablamos de “tercera ola” en la pandemia del COVID y no somos capaces de identificar que en una marea, las olas vienen siempre una detrás de otra.
Así que más nos vale dejar de hablar de nuevas olas y centrarnos en la marea… tal vez así dejemos de tragar agua una y otra vez. Tragar y tragar es lo que estamos haciendo los autónomos cada vez que vemos que nos siguen aumentando las cuotas mensuales mientras nuestra facturación se ve continuamente acotada.
La sensación de zambullirnos ola tras ola es agotadora… y nos invade una sensación de que de la próxima no saldremos a flote. Pero bueno, seamos positivos. El 2021 llega con la vacuna debajo del brazo, lenta pero aquí está. Y parece que así va a ser este año, el de un pasito para adelante y dos para atrás.
Parece esto la canción aquella de izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un dos tres… y me da a mí que el disco se nos ha rayado en la primera estrofa, ¡qué Dios nos pille confesados!
