Por tanto, la llegada de este agua del océano resulta”vital” para el Mediterráneo, ya que la evaporación a lo largo de toda su superficie es muy superior a la aportación de los ríos y la lluvia,
Estas han sido las conclusiones facilitadas como parte de un novedoso estudio del matemático del Laboratorio de Geodesia Espacial de la Universidad de Alicante (UA) David García.
En concreto, este científico ha utilizado datos del satélite Grace (Gravity Recovery and Climate Experient), que mide variaciones en el campo gravitatorio de la Tierra. Dicho satélite fue lanzado a la órbita por la agencia espacial estadounidense (NASA) y la alemana (GFZ) en 2002.
Congreso europeo
En la elaboración del referido trabajo han participado también Isabel Vigo y José Manuel Ferrándiz (UA) y los científicos Benjamin Fong Chao (Universidad de Taiwán) y Jean Paul Boy (NASA).
Con posterioridad, los resultados han sido presentados en el congreso europeo de Geociencias, que se celebró el pasado mes de abril en Viena, así como en otro congreso específico de altimetría, desarrollado el pasado mes de junio en Seattle (Estados Unidos).
García ha revelado que los datos aportados por este satélite los últimos seis años, combinados con modelos meteorológicos e hidrológicos para calcular la evaporación, precipitaciones y aportaciones de los ríos, concluyen que el Mediterráneo tiene un saldo neto diario negativo de 4.752 hectómetros cúbicos, lo que supone que “pierde” al año 1.734.480 hectómetros cúbicos.
Sin embargo, añaden, el Mediterráneo “no se seca porque la pérdida de agua producida por la evaporación se compensa con el agua proveniente del Atlántico a través de Gibraltar”, relató el investigador.
No obstante, aunque también hay agua que sale hacia el Atlántico, el intercambio beneficia claramente al Mare Nostrum, con una media de 55.000 metros cúbicos por segundo o 0,055 hectómetros cúbicos, lo que es lo mismo 24 piscinas de 50 metros de largo, por 25 de ancho y 2 de alto.
Metodología
De igual manera, el referido trabajo pone de manifiesto que este flujo no es constante, sino que varía a lo largo del año, con un máximo de entrada de 91.000 metros cúbicos por segundo a principio de cada septiembre y un mínimo de 18.000 seis meses después, en marzo.
La misma metodología ha sido utilizada para calcular el flujo de agua a través del estrecho de Sicilia, cuyos valores son dos tercios de los obtenidos en Gibraltar.
En concreto, el conocimiento de las corrientes que se registran entre los 14 kilómetros que separan Tarifa del norte de África es muy valioso para mejorar los modelos oceanográficos, sobre todo teniendo en cuenta que aparte del de Gibraltar no hay otros aportes externos porque los intercambios con el mar Negro, a través del Bósforo, son casi inapreciables.
Hay que destacar que los referidos modelos se usan para predecir las condiciones del mar a la hora de buscar náufragos a la deriva o para determinar la trayectoria de vertidos tóxicos, así como para prever la conservación de ecosistemas, como la posidonia oceánica, entre otros aspectos.