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Vecinos de la calle Zaragoza estallan: "Esto ya ha traspasado la barrera"

El suceso del jueves, cuando un individuo fue detenido en su portal, ha sido la gota que ha colmado el vaso por la movida a las puertas de La Librería

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  • El bar de copas está en la misma finca de un bloque de cinco apartamentos turísticos. -
  • El detenido lesionó a dos agentes en su huida tras meterse en el portal del bloque, entrar en una vivienda y lanzarse por la ventana de un primero

"No sabemos qué hacer, pero esto ha traspasado ya la barrera. Es una cuestión de inseguridad”. Es el testimonio de uno de los vecinos de la calle Zaragoza afectados por la movida que se concentra a las puertas de La Librería para referirse al último suceso del que fueron testigos la noche del pasado jueves, que acabó con dos policías nacionales lesionados. Instantes antes, en su huida, el protagonista de los hechos llegó a colarse en una vivienda de una primera planta para lanzarse por la ventana del dormitorio. Fue en vano. Lo detuvieron en el acto, pero opuso resistencia en todo momento e incluso se autolesionó en el trayecto a la Comisaria.

Media ahora antes, según consta en la denuncia interpuesta ante la Policía Nacional, el detenido se había metido en un portal de una finca de cinco apartamentos del número 4 de la calle Zaragoza, a la que pertenece también el pub de La Librería, que ocupa la cochera original de este inmueble, cuyo ambiente lleva tiempo dando quebraderos de cabeza a los vecinos. La situación, tal y como apunta este residente, es similar a la  que sufrían los vecinos de la Plaza Vargas, pues se trata de un local sin veladores, pero a cuyas puertas se concentran muchos clientes. 

“Esto viene de siempre, con el coronavirus estuvieron cerrados, pero ha sido abrir y volver los problema a la zona. “La gente se queda en la calle, conectan los móviles a los altavoces del coche, se ponen a tocar la guitarra, orinan por todos sitios, consumen...es una cuestión horrible”, señala este residente, que asegura que estas personas que se juntan fuera del local a hablar y a fumar tampoco llevan mascarillas.

Lo peor de todo es que para ir a sus casas los vecinos tienen que cruzar por delante de ellos. Les consta los esfuerzos del propietario por solucionar el tema del ruido “pero se le va de las manos”, y también de las “pantallas y pantallas de actas” levantadas por Urbanismo “pero no hacen nada”, señala, más allá de interponer estas sanciones y acudir a desalojar la calle, como ha ocurrido en varias ocasiones cuando la Policía Local se ha personado ante las continuas quejas de los vecinos por quedarse presuntamente con la clientela dentro tras la hora de cierre. “La Policía siempre nos dice lo mismo que si están fuera del bar, pero no están bebiendo alcohol, no pueden hacer nada. Hay un vacío legal en este sentido”, lamenta. La noche del jueves, una de las personas que estaban fuera del local fue la que se metió en el portal del bloque de pisos de estos vecinos.

Según relata en su denuncia que interpuso esa misma noche de madrugada, eran las 22.50 horas cuando este inquilino escuchó desde su domicilio “un fuerte golpe” en el portal, por lo que bajó para ver qué ocurría y se encontró con tres hombres “a los que había visto hace poco en el bar La Librería”. Los tres golpearon el portal y se metieron dentro. Tras preguntarles qué hacían allí y advertirles que se trataba de una propiedad privada, le replicaron que estaban buscando un cigarro. No querían marcharse, así que este vecino los empujó hacia fuera y los sacó a la vía pública, dando aviso a la Policía Nacional de lo que ocurría.

En ese intervalo, según el testimonio de este residente, los otros dos se fueron, y este sujeto se refugió en La Librería al percatarse de la llegada de varios indicativos policiales. “En el local vieron que lo estaban buscando y lo sacaron fuera”, explica el denunciante. Fue en ese momento, cuando “esta persona se volvió como un animal”, mientras los agentes lo estaban identificando y emprendió una huida a pie, subiendo por las escaleras del edificio, accediendo al edificio del vecino que había bajado para llamarle la atención y había dejado la puerta abierta de casa. Una vez dentro avanzó hacia un dormitorio y se descolgó por la ventana de la habitación de este primer piso, cayendo encima de los agentes. Afortunadamente, en ese momento no había nadie en su interior, ni sus hijos estaban ese fin de semana en casa.

Al registrarlo, los policías le requisaron un arma blanca y tuvieron que lidiar con él durante el camino a dependencias policiales, además de parar también en un centro de salud para que lo curara por sus autolesiones y el golpe. Los vecinos, que destacan la profesionalidad y el buen hacer de los agentes que intervinieron en el suceso, tienen claro que este episodio ha sido gota que ha colmado el vaso. No entienden qué más tiene que ocurrir para que no se tomen medidas en la zona que acaben con el “mal ambiente” y el embudo que se genera en un enclave de mucho tránsito de peatones y de coches. “Este bar lleva 40 años abierto pero por él han pasado muchos dueños y el ambiente ha degenerado mucho; aunque cierre a su hora, la movida que hay fuera en la calle es mala. ¿Por qué tenemos que estar con las ventanas cerradas y haciendo llamadas a la Policía a diario?”.

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