Alrededor de la mitad de los quinientos aficionados sevillistas que presenciarán el jueves en el Puskas Arena de Budapest la Supercopa entre su equipo y el Bayern de Múnich se ha sometido este lunes en el Sánchez-Pizjuán al test PCR que las autoridades húngaras exigen para entrar en el país.
Aunque algunos aficionados de desplazarán desde hoy en viajes privados, en vuelo regular desde Madrid o vía Viena y por carretera hasta Budapest, la mayoría de los sevillistas ha preferido reservar plaza en el chárter que la Federación de Peñas del club fleta con ida y vuelta el mismo día del partido.
Para los inscritos en este viaje, el Sevilla ha dispuesto, en la explanada aledaña al Gol Sur del Sánchez-Pizjuán, unas unidades móviles en las que se toman las muestras de boca y nariz para la realización del test, cuyo resultado negativo en las 48 horas previas al viaje es imprescindible para entrar en Hungría.
Antes de someterse a la prueba, los aficionados han pasado un estricto control en el que se les ha tomado la temperatura y se han lavado las manos con gel hidroalcohólico.