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Escrito en el metro

Qué fue del invierno

Nuestros campesinos medían la estación invernal desde San Alberto a San Valentín, era el tiempo para el reposo de las plantaciones

Publicado: 10/03/2020 ·
17:07
· Actualizado: 10/03/2020 · 17:08
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Hubo un tiempo en el que esperábamos con enorme ilusión cada uno de los cambios de las cuatro estaciones. Suponía ropa nueva, distintas comidas y cambios de hábitos cotidianos. Hace unos años nos empezó a descolocar que  el olor a castañas asadas invadiera nuestras playas aun repletas de bañistas en pleno otoño. La nueva estación del veroño se ha hecho ya tan familiar que incluso los informativos se refieren a ella con pasmosa naturalidad. El pasado domingo se inició la primavera climatológica sin enterarnos que pasó el tren del invierno. Parece como si el caprichoso Zeus fuese también uno de los descontentos con el final de la serie de Juego de Tronos y tan cansado de la icónica frase de ‘el invierno se acerca’ ha decidido poner en evidencia a sus guionistas barriendo tan necesaria estación. Nuestros campesinos medían la estación invernal desde San Alberto a San Valentín, era el tiempo para el reposo de las plantaciones, para que la vitalidad necesaria de las raíces garantizara buenas cosechas. Según datos de la NASA la primavera se ha adelantado cinco días en los últimos años, comiéndole días a Quíone, diosa del invierno. Los pronósticos no son halagüeños y aquí las noches cálidas seguirán aumentando durante las tres próximas décadas, con importantes afecciones a nuestro descanso, a nuestra salud con períodos de alergias que se amplían hasta cuarenta días y a toda la vida en general en nuestro entorno. Lo peor es que no somos los  agresores sino que estamos siendo agredidos por los grandes emisores de gases de efecto invernadero, pero como tales no estamos siendo capaces de desarrollar sistemas defensivos basados en la Naturaleza. El joven luchador por nuestro clima y el futuro local Jesús Iglesias recordaba hace poco como un astronauta le apuntó que el pertenecía a la primera generación que va a sentir los efectos del cambio climático y la última en poder encontrar una solución. Negar la evidencia a estas alturas es de necios, pero la necedad se convierte en estupidez cuando se obvia la emergencia.

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