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Arcos

Brillante Viernes Santo en Arcos

La hermandad del Dulce Nombre de Jesús se ha adueñado de las calles y ha dado paso al Santo Entierro y a Nuestra Señora de la Soledad

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Procesión del Dulce Nombre.

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Procesión de la Soledad.

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La canastilla plateada, antaño propiedad de la hermandad de las Angustias de Jerez, mostró un campo de helechos y flores moradas para alfombrar el paso del Dulce Nombre de Jesús, con su característica cruz de carey y plata, y este año vistiendo túnica granate bordada. Como manda la tradición, la procesión contó con un importante número de niños pequeños que así se adentran en el oficio cofrade.

Le siguió tras un nuevo tramo de nazarenos la imponente imagen de Nuestra Señora de la Quinta Angustia, que este año desfiló con una corona cedida por la hermandad de Vera Cruz y otros enseres facilitados por la del Perdón. La principal novedad del paso, no obstante, fue la nueva cruz de madera situada a la espalda de María. La cruz se ubica sobre una peana que simula una roca. La Virgen porta nuevamente a su Hijo, al Santísimo Cristo de las Penas, ya muerto entre sus brazos: una escena realmente sobrecogedora sobre un monte de claveles rojos salpicados con algunos helechos. Este Cristo yacente es una talla de 1585, de Miguel de Adán, y restaurada en 2016 por Jesús Guerrero. La talla de la Quinta Angustia es igualmente una talla anónima del siglo XVII. Su paso, en fase de construcción, ha sido realizado por Francisco Verdugo hace dos años. Todavía está pendiente de su posible dorado y otros remates.

La procesión discurrió por el barrio de San Francisco con el buen hacer de los capataces Juan Manuel García Pajuelo y Óscar Roldán, con la Virgen, y Francisco José López y Juan Antonio Sánchez, con el Niño. Tomó Corredera arriba para dirigirse al empinado casco antiguo.

El acompañamiento musical del paso del Dulce Nombre corrió a cargo de la Agrupación Oliva de Mérida, haciendo lo propio la banda de cornetas y tambores de las Tres Caídas de Arcos tras el paso de Nuestra Señora de la Quinta Angustia.

Poco después salía desde la parroquia de San Pedro la última de las procesiones de la Semana Santa arcense, la predestinada a mostrar a Cristo muerto en su urna de cristal seguido del palio de Nuestra Señora de la Soledad. La principal novedad del desfile de este año ha sido la unificación del hábito de los nazarenos, que ya visten igual tanto en el tramo de la Virgen como en el de Cristo. El acompañamiento musical no ha podido ser más sobrio dado que se trata de ilustrar el paso de Cristo muerto, con un pequeño grupo de música de capilla y, detrás de la Virgen, la incombustible banda muncipal de música Vicente Gómez Zarzuela de Arcos. La escena representada ha sobrecogido a propios y extraños, sobre todo en las estrechas calles del conjunto histórico.

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