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?Critican que en Chiclana hay muchos controles viales pero así es más segura?

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  • Juan Carlos Castro Núñez lleva dos años al frente de la Jefatura de la Policía Local. -

Ingresó en la Policía Local de El Puerto de Santa María como policía raso con 24 años. Allí permaneció hasta que, a los 39, aprobó la plaza de intendente jefe en Barbate. Pasó seis años en esa localidad hasta que en 2006, con 45, vino a Chiclana. Tras dos años al frente de la Jefatura de la ciudad, Juan Carlos Castro, ha sido nombrado intendente mayor. Sin embargo, su humildad y sus ganas de trabajar demuestran que, pese a los galones, sigue muy vivo en él aquel policía raso de cuando comenzó.

 
—¿Qué ha supuesto para usted convertirse en intendente mayor?
—Es un reto y un plus de responsabilidad y compromiso con este pueblo, en el que cada día estoy más a gusto. Todo lo que soy se lo debo a los policías que han trabajado conmigo y que han creído en mi persona y en mi proyecto profesional. A los del Puerto, a los de Barbate y a los de Chiclana.

 
—¿Qué cambia de ser intendente jefe a mayor?
—Casi nada. El nombre y un poco la estabilidad en el empleo. Yo sigo siendo el mismo del primer día.


—¿Entró en el cuerpo hace ahora 23 años como policía, pensó alguna vez que llegaría a ser intendente mayor?
—Sin duda que no. Ni en el mejor de los sueños. Procuro ser humilde, y no olvidarme de dónde vengo. He sido muchos años policía y por eso intento empatizar con ellos y ponerme en su lugar, sin perder la perspectiva de la responsabilidad que tengo. Me gusta mucho mi parte de policía y no quiero que se pierda.


—Lleva dos años al mando de la Jefatura de Chiclana, ¿qué objetivos se marcó cuando llegó?
—Alcanzar las cotas más importantes de seguridad sin separarnos ni un ápice del ordenamiento jurídico y de nuestros principios básicos de actuación. Creo que así se puede conseguir y que no es necesario utilizar otros modelos que están en la memoria de todos. En otras poblaciones se denuncian ciertos abusos de autoridad. Yo procuro que estemos en las antípodas de ese tipo de actuaciones, y por supuesto también de los casos de corrupción que se oyen en otras zonas de España.


—¿Cómo se siente cada vez que se destapa algún nuevo caso de corrupción policial?
—Lo vivo con mucha tristeza. Me da muchísima pena porque manchan a todo el cuerpo. Es un desprestigio en general, porque hay un grupo de población que siempre tiende a estereotipar a los colectivos a partir de ese tipo de situaciones.


—Son muchos los jóvenes que ven en los Cuerpos de Seguridad una salida a la inestabilidad laboral, ¿no cree que se ha perdido en cierto modo la vocación policial?
—Al contrario. Yo creo que hay más vocación ahora que antes. Y en cualquier caso, yo soy de los que piensan que la vocación se puede adquirir.


—¿Cree que los ciudadanos tienen una imagen distorsionada de la Policía Local?
—En cierto modo sí. Vender la imagen de la Policía Local no es fácil porque siempre te encuentras con una persona que no está de acuerdo con que se le haya denunciado, o con otras que buscan la seguridad total, y la seguridad total no existe. Creo que Chiclana debe sentirse orgullosa de la Policía Local que tiene.

 
—¿Considera que se asocia demasiado Policía Local y multas?
—Sí, pese a que realizamos muchas otras labores. Colaboramos con la Guardia Civil en la lucha contra la violencia de género, desarrollamos un programa estupendo de absentismo escolar, tenemos personal de paisano trabajando contra el consumo y tráfico minorista de drogas en los centros docentes. No me gusta que la gente se quede sólo con la multa que le ponen, cuando desde la Policía Local se presta un amplio abanico de servicios.


—¿Diría que Chiclana es una ciudad segura?
—Desde mi punto de vista, sí. En comparación con las ciudades de su entorno similares en población, Chiclana es una ciudad bastante segura.


—A su juicio, ¿cuáles son los principales problemas de este municipio?
—Lo que más nos preocupa es la fluidez del tráfico y la concienciación vial. Por ello hacemos casi a diario controles de alcoholemia, de velocidad, y de ciclomotores. Serían en cierto modo las piezas angulares de la seguridad que pretendo. Hay quien dice que en Chiclana hay muchos controles, pero eso hace que sea una ciudad más segura. Comprendo que esto no guste a todo el mundo, pero estoy convencido de que la gente de bien prefiere que así sea. Recibimos muchas presiones para que se levante el pie pero yo creo que estamos en la línea acertada.


—¿Existe mucha colaboración con la Guardia Civil?
—Muchísima. Somos un paradigma de coordinación y colaboración. He tenido la suerte de encontrar en Chiclana a unos mandos de la Guardia Civil que son una maravilla.


—¿Considera necesaria la construcción en la ciudad de una Comisaría de la Policía Nacional?
—No creo que sea absolutamente imprescindible. Yo creo que la Guardia Civil está haciendo una labor extraordinaria. Aquí somos un ejemplo de colaboración, un equipo. Y como se suele decir, virgencita, virgencita, que me quede como estoy. No creo que sea necesario un cambio. La Guardia Civil tiene a unos excelentes profesionales, que están absolutamente coordinados con nosotros. Eso no pasa en todas las poblaciones. Es un modelo a exportar.


—¿Tiene Chiclana suficientes efectivos en la Policía Local?
—Nuestra plantilla tiene 130 efectivos, contando los 16 que se incorporarán en breve. Yo diría que es un número aceptable. Siempre viene bien una ampliación, pero tampoco creo que exista una necesidad imperiosa. Se está demostrando que con la plantilla que tenemos se puede hacer un excelente trabajo.


—¿Cuál es el peor episodio que ha vivido en su trayectoria policial?
—Recuerdo con mucha tristeza la muerte de Loli Amaya. Me acuerdo mucho de eso. Lo viví como un pequeño fracaso en la seguridad. Me dolió mucho. Pero creo que después se ha mejorado mucho la seguridad de la ciudad.


—¿Cómo se vive desde su posición la situación política actual?
—Yo lo siento por las personas que salen o entran porque se les toma afecto por el trato diario, pero nada más. Tengo muy claro que tengo que actuar con absoluta neutralidad política e imparcialidad. Eso lo tengo inculcado como un valor fundamental, junto con la lealtad. José María Román fue el que se puso en contacto conmigo cuando yo estaba en Barbate con un Gobierno en mayoría del PP. A mí me sorprendió, pero creo que confió en la persona y se lo agradeceré siempre. Cuando llegó Ernesto Marín me dijo mirándome a los ojos que confiaba en mí totalmente. No puedo hablar más que maravillas de los dos. Con ambos creo que he obrado con absoluta lealtad. Nunca me he sentido bajo sospecha de nada, yo creo que nadie sabe realmente cuál es mi ideología y eso es lo mejor.

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