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Patrón de los periodistas

A San Francisco de Sales se le podría considerar el primer tuitero de la historia. Escribía en una hoja frases pequeñas para sus convecinos

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Hoy 24 de enero celebramos la fiesta patronal de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas y escritores, a cuyo amparo e intercesión la Iglesia confía a todas aquellas personas que nos dedicamos  a la que siempre se ha entendido noble profesión del periodismo y al oficio de escribir, aunque el periodismo no pasa, precisamente, por sus mejores momentos laborales y el oficio de escribano sigue adelante a toda vela, a pesar de las nuevas modernidades de las redes sociales, cuya regulación ciertamente ha de llegar, no para coartar sino para que no todo valga en pro de una libertad bien ganada que no puede ni debe convertirse en libertinaje.

San Francisco de Sales (1567 – 1622) fue ordenado sacerdote en 1593 y se dirigió a una zona dominada por calvinistas, donde fue echado por los habitantes y tuvo que vivir a la intemperie de manera rudimentaria y evitando intentos de asesinatos e incluso ataques de lobos. Finalmente consiguió convertir a los vecinos de la zona con propaganda escrita y distribuida por él mismo por todas las casas en la que refutaba las ideas calvinistas, por lo que se le podría considerar, si se quiere, el primer tuitero de la historia. Escribía frases pequeñas en hojas que metía por debajo de las puertas de sus convecinos. 

Fue nombrado obispo coadjutor de Ginebra (Suiza) y en 1602 obispo y fundó, junto con Juana de Chantal, la orden de la Visitación de Santa María. Murió en 1622 después de atender a las comunidades religiosas de su diócesis. En 1665 fue canonizado por el papa Alejandro VII y en 1877 recibió el título de Doctor de la Iglesia por “sus obras y su vida ejemplar”.

Es patrono igualmente de la Familia Salesiana (fundada por Don Bosco).  Asímismo es considerado el Santo de la Amabilidad. Prueba de ello son las treinta y tres piedras que obtuvieron de su vesícula biliar el día de su muerte, signo de los constantes esfuerzos por mitigar los corajes que hacía, siempre teniendo un rostro sereno o una sonrisa. Con sonrisa y con serenidad hemos de afrontar los periodistas hoy en día la realidad de una profesión que también está buscando su futuro más inmediato, un futuro lleno ahora mismo de incertidumbres.

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