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Campo de Gibraltar

'Jeniffer', la historia de una monja gibraltareña en un convento de Ronda

La película, de la directora Nina Danino, combina imágenes inéditas del interior con entrevistas

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  • La hermana Jennifer -

La sala Leisure Cinemas de Gibraltar ha acogido esta semana dos proyecciones de Jennifer, el último largometraje de la directora gibraltareña Nina Danino. La película gira en torno a la monja gibraltareña Jennifer del Corazón de Jesús, que este año cumple 31 años de ingreso en el convento de las Carmelitas Descalzas en Ronda. El primer pase de la película, realizado el pasado martes, contó con la presencia de la directora, del Viceministro Principal, Joseph García; y de la familia de la protagonista. Al día siguiente se llevó a cabo una sesión con invitaciones en la que los asistentes hicieron aportaciones voluntarias que se destinarán al convento.

La obra , que cuenta con financiación del Gobierno de Gibraltar, combina dos entrevistas a la hermana Jennifer intercaladas con imágenes del interior del convento, muchas de ellas inéditas. Para poner en marcha el proyecto, el equipo tuvo que enfrentarse a la reticencia inicial de la comunidad religiosa y a la prohibición, una vez conseguida la autorización para hacer entrevistas, de entrar en el recinto.

Una solución inesperada

Danino, en su infancia, coincidía en una de las playas gibraltareñas con Jennifer, que por aquel entonces era una joven a la que le gustaba la pesca submarina. Años después se enteró de que aquella joven se había hecho monja de clausura. Su hermana y la hermana de Jennifer eran amigas, así que consiguió que la recibiera en una visita en el convento en 2009. Fue la primera de una serie de visitas que concluyó en el rodaje de la película siete años después.

No fue fácil conseguir el permiso para realizar las entrevistas, que se llevaron a cabo con el equipo de rodaje situado al otro lado de la reja que separa a las hermanas de los visitantes. “La comunidad estaba desilusionada con una productora holandesa de televisión que había estado haciendo algunas tomas del convento y de la mano de Santa Teresa, sintieron que se les había malinterpretado y que no se había representado lo que eran”, explica Danino. Así, la superiora le denegó el permiso, pero en 2013 una nueva superiora se lo concedió.

La directora consideraba fundamental incluir tomas del interior del convento. El problema parecía insalvable, pero la solución estaba en Alejandro Román, un voluntario de Ronda que actúa como contacto de las monjas con el mundo exterior y que resultó ser aficionado a la fotografía. “En primavera de 2013, cuando ya habíamos comenzado a hablar de la película, recibí, sin haberlo pedido, un video en el que salía Jennifer con una caja de agapornis, que está incluido en la película. Le hablaba a alguien que estaba detrás de la cámara y me pregunté quién sería”, recuerda la directora. Era Alejandro Román, al que conocieron cuando fue a rodar la primera entrevista. El cámara del rodaje, Tim Sidell, enseñó a Alejandro Román a manejar una cámara profesional.  Además, como en el convento no hay Internet, el voluntario era el encargado de hacer llegar a Jennifer los mensajes de la directora. “Al salir nos preguntábamos si eso iba a funcionar. Le dejamos todo el equipo, nos hizo fotos del convento. Yo iba planificando las tomas con las fotos y con los planos del convento, y luego le mandaba indicaciones a Alejandro con lo que quería que filmara. Así estuvimos seis meses. Al final resultó”, concluye Danino.

Un giro de 180 grados

La carrera artística de Nina Danino, nacida en Gibraltar en 1955, estuvo marcada desde sus inicios por un profundo interés en las últimas tendencias y en lo experimental. Comenzó estudiando pintura, pero para su masters en el Royal College of Art cambió a las presentaciones multimedia, se adentró en el cine de 16 mm.  En los ochenta y noventa mezcló el psicoanálisis, la religión, lo femenino y la performance vocal en narrativas experimentales. Cuando se le pregunta por el contraste entre sus trabajos anteriores y el tema elegido para su última película, responde que es resultado de una evolución personal.

En 2010 fue invitada a participar en una exposición con un trabajo antiguo y con un trabajo nuevo. Hizo un retrato cinematográfico de su hija, pero aparcó sus formas anteriores y se decantó por un “estilo muy Hollywood, muy clásico”. “A partir de ahí comencé a buscar un lenguaje nuevo”, asegura. “Toda esa formación experimental se reencuentra en Jennifer de algún modo, nos hemos permitido cosas que no se habrían permitido en un lenguaje cinematográfico convencional”.

La confianza en la propia intuición es otro de los rasgos que caracterizan la obra de Danino. Cuando planteó el proyecto a Jennifer, ella le recomendó que no “malgastara” su tiempo en ese proyecto “porque iba a ser muy aburrido y no le iba a interesar a nadie”. La cineasta estaba convencida de lo contrario.

“Es como un retrato de Jennifer, que es muy querida en Gibraltar. Ella habla mucho, es cautivadora y su conversación te atrapa. No se presenta a sí misma como una santa, sino con una persona normal con sus frustraciones y con una vida. Te desarma y echa abajo todas tus ideas preconcebidas”, apunta. “Muchas de las películas de monasterios y conventos que se han hecho recientemente tratan más bien el tema espiritual y del cuerpo colectivo, pero muy pocas veces tratan de una persona que se expresa como individuo”.

Jennifer aún no está distribuida en España ni en Gibraltar. Aunque la cinta proyectada en el pase privado tiene 66 minutos de duración, la directora presentará una versión ampliada a diversos festivales. El próximo pase se llevará a cabo en el Alchemy Film and Moving Image Festival en Reino Unido  el 16 de abril. Danino prevé llevarla a otros certámenes y destaca el de Gijón como el próximo destino más deseable para su último trabajo
 

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