Dos monjas dominicas de clausura grababan con su móvil, desde lo más alto de su convento, la salida de Nuestro Padre Jesús de la Piedad desde su casa de hermandad en la plaza de la Purísima Concepción. Faltaban 15 minutos para las siete de la tarde, es decir, dos horas después del horario oficial marcado para la salida de la Hermandad de la Piedad y la Estrella, una de las cuatro que procesionan el Domingo de Ramos jienense.
La junta de gobierno de esta Cofradía decidió, con buen criterio, retrasar la salida de sus imágenes titulares ante los negros nubarrones que amenazaban el cielo del barrio de La Alcantarilla. Y no era una decisión fácil de tomar. No sólo por la incertidumbre del tiempo, sino porque ya se sabía que la Santa Cena había decidido suspender su salida, mientras que la Oración en el Huerto sí estaba ya en la calle.
Al final, la paciencia tuvo su recompensa y, en un horario nada habitual, la Hermandad de la Piedad y la Estrella se reencontró con su gente de uno de los barrios más castizos de Jaén. Primero fue la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Piedad (una talla anónima del siglo XVII) la que hizo su aparición entre la emoción del numeroso público que abarrotaba la plazoleta de la Purísima Concepción, y los pétalos que le lanzaban desde los edificios colindantes, entre ellos el Convento de las monjas dominicas. La imponente Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús de la Piedad lo recibió con el Himno de Andalucía, mientras que la primera levantá se reservó para el pregonero de este año, Antonio Quesada.
Al caer la noche, hacía su aparición María Santísima de la Estrella (talla de Domingo Sánchez Mesa, de 1956), recibida también en medio de una gran petalada y los acordes del Himno nacional interpretado por la agrupación musical Pedro Morales, de Lopera. Las dos imágenes ya recorrían a esas horas las estrechas calles del barrio de La Alcantarilla. Eso sí, para recuperar el retraso acumulado en la salida, el desfile procesional suprimió todo su paso por el barrio de San Ildefonso y, al llegar a Ignacio Figueroa, se adentró en la carrera oficial de Bernabé Soriano, donde tuvo que esperar el paso de la Oración en el Huerto. Felizmente, la paciencia de la junta de gobierno había tenido su recompensa.