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Jerez

“Que exista un botellódromo es lo de menos; hay que tomar medidas”

Luis Bononato, de Proyecto Hombre, reivindica el papel de la familia en la prevención para luchar contra la violencia juvenil

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Las últimas agresiones con arma blanca y menores de por medio que se han sucedido durante tres fines de semana seguidos en las explanadas del botellódromo, frente al Parque González Hontoria, a lo que hay que sumar además las actas levantadas por consumo de estupefacientes a jóvenes, han vuelto a poner contra las cuerdas el modelo de ocio juvenil al que da lugar la habilitación de este espacio.


  La propia alcaldesa, Mamen Sánchez, ha reconocido esta semana que el Ayuntamiento “tiene que poner de su parte” para llevar a cabo propuestas alternativas y dar contenido a este espacio y a los fines de semana de manera que no todo esté vinculado únicamente a la ingesta de alcohol en los terrenos de Chiribitos. No obstante, descarta la posibilidad de clausurar este espacio aferrándose a la ley ‘antibotellón’, que prohíbía beber alcohol en la calle salvo en un espacio habilitado para ello, como es en este caso el botellódromo. Sin embargo, al ser a criterio del Ayuntamiento, este también podría tener competencia para cerrarlo. En cualquier caso, desde Proyecto Hombre, su presidente Luis Bononato, tampoco cree que eliminar del mapa de la movida nocturna el botellódromo acabaría con un problema que no es aislado a Jerez, donde en 2012 falleció un menor tras ser apuñalado.


“Tarde o temprano los jóvenes van a buscar su espacio; van a terminar reuniéndose, el que haya un sitio así es lo menos malo, ya que lo que tenemos que poner en marcha es el máximo de medidas que ayuden”, sostiene al respecto. Bononato tiene claro que hasta ahora “no se ha dado con la tecla” en este asunto, lo que explica que “en casi todas las poblaciones” se dé la misma situación. Llegados a este punto, avisa de que “hay que hacer todo lo posible en “retrasar al máximo” la entrada de los menores a este tipo de recintos, y es en esta labor de prevención donde entra en juego la familia, es decir, los padres del adolescente. En caso de que sí acudan, les tocará a los cuerpos de seguridad incidir en los controles. “Ya hay un control de la Policía, pero quizás tendría que haber mayor vigilancia, sobre todo en el tema de los menores que están consumiendo en ese espacio”, añade. Lo ideal en estos casos, como resalta, sería “hacer un esfuerzo” por convocar mesas informativas.


¿Qué ocurre? Pues que como reconoce Bononato en la práctica a este tipo de convocatorias acaban acudiendo los jóvenes a los que menos le hace falta este recurso, por ello advierte  que la clave está en la prevención, pero no tanto ligada únicamente a los colegios sino a los hogares. “Cada vez insistimos más en la prevención desde los padres, más que con los niños directamente y en los colegios. Habría que hacer un esfuerzo por poner en marcha talleres, escuela de padres y madres para que en estas charlas conozcan herramientas para reconducir situaciones de violencia como la falta de respeto y agresividad por parte de sus hijos. Desde Proyecto Hombre, donde en los últimos años han alertado sobre la adicción a las nuevas tecnologías y a los smartphones que sufren los jóvenes, ponen un ejemplo muy gráfico que ilustra la falta de valores actual de la sociedad. “Antes un adulto llamaba la atención a un menor y hacían caso; ahora el adulto prefiere no arriesgarse porque se le puede volver en contra o incluso por la reacción de los padres de este menor”.

Una sociedad “estresada”
De este modo, en el seno de la asociación ven claramente estas conductas como un “síntoma” de la sociedad “tan estresante” en la que vivimos y en la que el acceso incontrolado a internet acaba siendo contraproducente. “Son tantos estímulos, tanta información,  que al final internet acaba siendo una venta abierta por la que acceden a todo”, apunta, para referirse a un tándem demasiado explosivo como es la violencia, las adicciones y los menores.“Que un menor entre 12 y 14 años reciba tanto estímulo y tantos mensajes de agresividad, queda ahí,  no es bueno porque llega un momento en el que no tiene capacidad para distinguir entre lo que es bueno y lo malo y acaba interiorizando determinadas escenas (como las de videojuegos) que derivan en una agresividad que está a la orden del día sin que a veces sean conscientes de que ese comportamiento tiene unas consecuencias personales e incluso penales”, concluye.

ocio alternativo sí, pero con continuidad

Bononato cree que más que fomentar propuestas de ocio alternativo para los jóvenes hay que “crear la base” y el “caldo de cultivo” desde la familia. “El tema del ocio alternativo tiene que tener continuidad, recursos económicos y voluntad de hacerlo”.

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