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Los machos que cooperan en la crianza compensan el coste evolutivo de la reproducción sexual frente a la asexual

Juan Carranza explica que los machos que no ayudan a las hembras son especialistas en competir con otros machos para ganar hembras, de modo que pueden extender rápidamente su AND, pero hacen a la población menos eficiente ya que no contribuyen en producir descendientes

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La revista 'Royal Society Open Science' de Londres publica un estudio elaborado por Juan Carranza, investigador de la Universidad de Córdoba, y Vicente Polo, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid que sugiere que los machos que cooperan con las hembras en la crianza han podido ser cruciales para que no haya desaparecido el sexo al inicio de su evolución.

   Según ha informado la UCO, como si se tratase del juego de piedra-papel-tijera, Carranza y Polo han "jugado" con las variables genéticas de tres tipos de individuos, los sexuales competitivos (tipo costoso, según la terminología de Carranza y Polo), los asexuales -es decir, los dos tipos comparados durante décadas- y los sexuales no competitivos (tipo no costoso), aquellos individuos macho que colaboran en la crianza, como las aves macho que ayuda a alimentar a sus polluelos.

   La conclusión es que los individuos sexuales de tipo no costoso pueden ser más productivos que los asexuales, si bien los de tipo costoso, empleados en competir por las hembras acaban por predominar en la población sexual, lo que permite a los eficaces asexuales invadir y corregir su presencia, dejando hueco a los de tipo no costoso y estableciendo así una dinámica en el que la piedra (tipo costoso) gana a la tijera (no costoso), ésta al papel (asexuales) y el papel a la piedra.

   Juan Carranza explica que los machos que no ayudan a las hembras son especialistas en competir con otros machos para ganar hembras, de modo que pueden extender rápidamente su AND, pero hacen a la población menos eficiente ya que no contribuyen en producir descendientes.

   En esas circunstancias, la investigación publicada por la Royal Society sugiere que las hembras asexuales (partenogenéticas) al inicio de la evolución podrían haberse extendido mucho más que las sexuales.

   La asexualidad, la producción de clones, presenta limitaciones en un plazo medio que pueden ser mejoradas por el sexo. Si el sexo llega en modo de machos que colaboran en la crianza de modo que las hembras pueden producir casi el doble de crías de las que producirían sin la ayuda de los machos, entonces ese modo de sexo puede ser más ventajoso que la asexualidad.

   Una vez que predomina el sexo con machos colaboradores es muy probable que los machos más competitivos invadan la situación ya que ganarían fácilmente a los colaboradores, menos competitivos que ellos, volviendo a comenzar el ciclo.

   Para Carranza, "lo interesante es que en esta dinámica de ciclos el sexo no se extingue y aporta el tiempo evolutivo y las oportunidades para la aparición de linajes con reproducción sexual obligada como tantos existentes hoy día en la Tierra".

   El planteamiento de Carranza y Polo ha resultado absolutamente innovador y es el resultado de 20 años de trabajo desarrollado por Carranza en la Universidad de Extremadura, primero, y la Universidad de Córdoba, después, y de la colaboración entre dos disciplinas como la biología y las matemáticas.

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