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Huelva

La Gruta de las Maravillas, un viaje sensorial al subsuelo de la sierra onubense

Formaciones de estalactitas y estalagmitas, columnas, gours, coladas, pisolitos, excéntricas, cortinas, lagos... se suceden a lo largo de un recurrido circular que se distribuye en tres galerías

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  • Gruta de las Maravillas -

No se equivocaron los que decidieron llamar 'Gruta de Las Maravillas' a la cavidad descubierta por un pastor a finales del siglo XIX en el subsuelo del cerro del Castillo de Aracena: Un viaje sensorial entre lagos subterráneos y formaciones calcáreas en la serranía de Huelva.

Se cumplen cien años desde que el 15 de septiembre de 1914 Francisco Javier Sánchez-Dalp, marqués de Aracena, y Juan del Cid la abrieran al público convirtiéndola en la primera gruta visitable de España y, sin saberlo, en el exponente del turismo subterráneo de este país.

El agua y la piedra han forjado sobre la propia naturaleza un verdadero manantial de belleza inagotable que hacen que esta gruta sea, probablemente, de las más bellas del mundo, y que durante este siglo ha sabido mantener el interés del visitante, al tiempo que se ha apostado por su conservación para que siga sirviendo de reclamo para las generaciones futuras.

Entrar en la Gruta supone para el visitante todo un despertar de sentidos, fundamentalmente el visual, para apreciar la belleza de las formaciones naturales que esconde, incrementada por la luces y sombras que en ellas genera la iluminación artificial; y el auditivo, pues si uno se para a escuchar descubre los sonidos del corazón de la tierra, protagonizado por el agua que hace de las piedras y lagos su morada de excepción.

Desde que el visitante se adentra en la 'Sala de las Conchas' que marca el inicio de un recorrido de más de un kilómetro, es consciente de que está frente a una de las creaciones más hermosas de la tierra desde su inicio, cuando era insondable, que el destino quiso poner a su disposición.

Formaciones de estalactitas y estalagmitas, columnas, gours, coladas, pisolitos, excéntricas, cortinas, lagos... se suceden a lo largo de un recurrido circular que se distribuye en tres galerías en las que se puede percibir y sentir particularidades del mundo subterráneo como la propia temperatura.

Haga el tiempo que haga fuera -frío en invierno como corresponde a su ubicación serrana-, en su interior la temperatura se mantiene constante todo el año, oscilando entre 16 y 19 grados centígrados y con una humedad relativa que vería entre el 98 y casi el 100 %, lo que hace que sobre cualquier prenda de abrigo con la que se entre a la cueva.

Esa 'Sala de las Conchas' a partir de la cual se recorre el primer nivel de galerías, caracterizado por la presencia de agua, desemboca en el 'Gran Salón', la sala más grande de la cavidad desde la que se asciende a la Sala Catedral para alcanzar desde allí el segundo nivel con salas como 'Baño de la Sultana', 'De la Esmeralda' y 'Cristalería de Dios'.

A partir de ahí comienza de nuevo el descenso en el que se encuentran las Salas de los Garbanzos, los Desnudos y, por último, un lago que marca el fin de la visita convencional, ya que este año, con motivo del centenario se han acondicionado dos nuevas zonas de 300 metros de longitud: La Palmatoria/Marmita de los Gigantes y Los Banquetes, en la que destacan estalactitas y estalagmitas, vistosas excéntricas azules y aceras de calcita.

Salvo este último tramo, el resto, desde que en 1929 se acometiera la primera ampliación que supuso el recorrido actual, ha sido testigo de excepción del rodaje de películas, documentales y series de televisión, de visitas de personajes ilustres como jefes de Estado, artistas e incluso el propio rey Alfonso XIII, en dos ocasiones y de millones de turistas atraídos por conocer un trozo del corazón de la tierra.

Como su nombre indica, una "maravilla" natural, difícil de igualar desde el punto de vista turístico, que ha supuesto un ante y un después para la historia de Aracena, cuyo nombre ha sabido exportar a los cinco continentes y que hoy, después de 100 años, sigue permitiendo a la imaginación humana, sentir el poder y la belleza de la naturaleza en grado puro.

 

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