Da gusto ver en los últimos tiempos tanta camiseta del Racing por las calles porteñas, uno baja por Misericordia, pasa por la Estación y ve manojitos de chavales en sus bicis o esperando el bus con su camiseta de entreno y su escudo en el pecho. Incluso por Jerez he comprobado querubines con la casaca de nuestro equipo.
El Racing por fin tiene su cantera, por fin ha acabado con los “akelarres” del polideportivo y ya pasees por el centro o vayas a colegios, sea donde sea las conversaciones giran en torno a los entrenamientos de los chicos, los partidos del domingo, y los padres te comentan con orgullo que sus vástagos están donde hace siglos deberían estar, en su casa, el José Del Cuvillo.
Esto que ahora parece balsa de aceite, nunca fue lo usual y solo lo consiguió este presidente, Ignacio Corzo, no sé cómo, la pócima ya me la dirá o no, pero ambos sabemos cómo se cocían las maldades por La Puntilla, pero es pasado, el único pero lo pongo en esa fastuosa presentación de la cantera.
Asistieron más de 1000 personas, más que a partidos del primer equipo, y compruebo yendo contra el San roque que prácticamente ninguno de todos esos niños que veía por las calles están en la grada alentando al rojo.
No se como lo hará, pero Ignacio logrará sentar con el tiempo a todos estos en las gradas, con sus padres, abuelos y bisabuelos, porque el gran evangelizador del Racing Club Portuense tiene el corazón distinto a los demás... rojiblanco.