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Sevilla

La Fiscalía recurre para condenar por asesinato a los que mataron al sacerdote

La Fiscalía de Sevilla ha recurrido al Tribunal Supremo (TS) la sentencia de la Audiencia Provincial que condenó a 13 años de cárcel a los dos jóvenes acusados de matar y robar en la madrugada del día 6 de octubre de 2010 a un sacerdote en su domicilio de la calle Jesús del Gran Poder de Sevilla mie

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La Fiscalía de Sevilla ha recurrido al Tribunal Supremo (TS) la sentencia de la Audiencia Provincial que condenó a 13 años de cárcel a los dos jóvenes acusados de matar y robar en la madrugada del día 6 de octubre de 2010 a un sacerdote en su domicilio de la calle Jesús del Gran Poder de Sevilla mientras mantenían relaciones sexuales.

   Así, fuentes del caso han informado a Europa Press de que el Ministerio Público ha anunciado ante la Audiencia Provincial de Sevilla la interposición de un recurso de casación ante el Supremo a fin de que los dos jóvenes acusados sean condenados por un delito de asesinato, y no por homicidio, como estimó la Sección Tercera.

   En el juicio, la Fiscalía pidió para Cristian M.D. y Juan Manuel L.E. 18 años de prisión y el pago de una indemnización de 90.000 euros a los hermanos del fallecido. No obstante, la Audiencia Provincial los condenó a 12 años y medio de cárcel por un delito de homicidio y a otros seis meses de prisión por un delito de hurto, ya que tras dar muerte a la víctima se llevaron de la vivienda varios enseres como un ordenador portátil, una maquinilla de afeitar eléctrica, un módem, un IPOD, un ratón de ordenador, una cámara fotográfica y algunas prendas de vestir.


   Durante el juicio celebrado el pasado día 14 de mayo, los dos acusados negaron haber acabado con la vida de Ernesto Muñoz y alegaron que éste falleció de forma "accidental" mientras mantenían relaciones sexuales en su dormitorio, tras todo lo cual se asustaron "mucho" y se marcharon de la vivienda. "No hubo ninguna intencionalidad por nuestra parte", aseveraron.

   Así, Juan Manuel L.E. relató que contactó con el sacerdote a través de Internet "y le pregunté si no le importaba que yo pasara en su casa el fin de semana y así él estaba más acompañado", momento en que "me sugirió tener relaciones sexuales, algo que a mí no me importó". Tras ello, se presentó en casa del sacerdote con el otro acusado, donde "pasamos tres días" en los que "hicimos una vida normal" hasta la noche del crimen.

   Esa noche, el cura mostró su pretensión de mantener relaciones sexuales con ambos a la vez, petición "a la que accedimos con normalidad, pues estábamos allí y teníamos que hacerlo". "Se había portado muy bien con nosotros, por lo qué menos que nosotros nos portáramos bien con él", señaló el imputado.


FUE EL CURA QUIEN SE PUSO LA ALMOHADA EN LA CARA

   "Era como agradecimiento", subrayó, relatando que, esa madrugada, ambos acusados accedieron al dormitorio del sacerdote, quien "se puso la almohada en la cara, no sé si por tener más placer o para no vernos la cara", todo ello mientras "yo le sujetaba los brazos para que se sintiera inmovilizado y tuviera más placer" y Cristian le practicaba una felación. El acusado aseguró en todo momento que fue el fallecido quien mantuvo la almohada puesta sobre su cara, y que ellos no ejercieron ningún tipo de presión sobre la misma. 

   Según su versión de los hechos, estuvieron así por espacio de diez minutos, hasta que la víctima "empezó a temblar un poco, pero pensamos que era la excitación y por tanto seguimos, pues no pidió que paráramos ni solicitó auxilio". Tras ello, "nos asustamos porque pensamos que se había desmayado por el placer, por lo que encendimos la luz, recogimos nuestras cosas y nos fuimos".

   Tras señalar que le ataron los pies y las manos "porque teníamos miedo a que se despertara y nos riñera; nunca he visto a una persona desmayarse y no sé como puede reaccionar", aunque antes de irse de casa lo desataron, el acusado dijo que se llevó algunos objetos personales que el cura les había regalado, además del teléfono y el ordenador, ya que "tenía miedo de que me localizasen".


"SE NOS HA MUERTO UN HOMBRE EN EL SEXO"

   A los pocos días, llamó a un amigo, Isaac, y le dijo: "se nos ha muerto un hombre en el sexo", tras todo lo cual este amigo, que no compareció en el juicio tras no ser localizado, se presentó en la Policía para denunciar los hechos. Este acusado achacó esta denuncia a los "celos" que Isaac sentía, "porque estaba enamorado de mí y quería que Cristian se comiera el marrón para así separarnos".

   El acusado, que el día del crimen estaba "un poco colocado" después de consumir quetamina, cannabis y alcohol, afirmó que tanto él como el otro imputado "nos sentimos, no responsables físicos, pero sí responsables morales" de la muerte del sacerdote, algo en lo que coincidió con el otro procesado, que aseguró que se siente "culpable, aunque no intencionadamente, de los hechos". "Yo estaba allí, es responsabilidad mía, pero no hice nada para que eso se produjera", explicó.

   Cristian ratificó que la muerte del sacerdote "fue accidental" y, al contrario de lo declarado por el otro imputado, dijo que fue él quien le puso la almohada a la víctima "para no verle la cara" mientras mantenían relaciones, todo ello hasta que se produjo "un paro repentino" en el sacerdote, por lo que "nos asustamos y le atamos los pies y las manos, pues teníamos miedo a que se despertara y nos hiciera algo".


LA MUERTE, ATRIBUIDA INICIALMENTE A UN INFARTO

   La muerte fue atribuida inicialmente a un infarto, por lo que el cadáver incluso fue incinerado. No obstante, los dos acusados, tras marcharse de la vivienda, comentaron los hechos a un amigo residente en Guadalajara, quien llamó a la Policía Nacional para denunciar el caso, tras lo que se inició una investigación que culminó el 14 de octubre de 2010 con la detención de los dos jóvenes acusados.

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