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Guillermo Ortega lleva el rock al parnaso de las letras

Publica ?Los cadáveres exquisitos?, segundo libro de su producción literaria

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  • Guillermo Ortega -
La mayoría de las historias que se plasman en las novelas hablan de otros mundos, más o menos cercanos, que nos sitúan en un viaje literario. Pero son pocos los que dedican su ingenio a hablar de otros escenarios, olvidados en los libros, y que forman parte de la cotidianidad de muchos de nosotros.

La música, y más concretamente el rock, es uno de ellos. Un mundo de noche, de vicios, de bandas, cuya entrada al parnaso de las letras no parece haber sido bendecida. Ha tenido que ser un periodista, un obrero de la crónica urbana, el que se haya adentrado en este universo para novelarlo.

Y si ese periodista es Guillermo Ortega, ya no hay duda de que estamos ante un testimonio certero. Rockero de afición, este algecireño ya emprendió su carrera literaria hace cuatro años con Cuentos de Rock, una serie de relatos cortos en los que narraba desde la ficción aspectos tocantes a sus vivencias.

Ahora, su incursión en el mundo de la novela le ha permitido hacer mayor el angular de su afilado ojo de observador de lo cotidiano, para plasmarlo en Los cadáveres exquisitos, una intensa historia que relata el crecimiento, el éxito y la decadencia de una banda ficticia, tomando como punto de partido del argumento la llamada de un concejal de pueblo a los músicos para contratar sus servicios, cuando se encontraban ya en sus peores momentos.

Una excusa para entrar sin llamar en la trastienda de los grupos de rock, en las vivencias de los músicos, en las delicadas relaciones personales, en sus vicios, en sus glorias y en sus miserias. Y una oportunidad para, a buen seguro, no ponerle demasiada resistencia al subconsciente para que sus recuerdos del mundo del rock dejen entrar en la eternidad de las letras a muchos momentos y personajes con los que compartió sus vivencias (cadáveres exquisitos, que se fueron antes de tiempo, y a los que dedica el libro).

Los cadáveres exquisitos está escrito en un estilo, además, mucho más cercano a lo periodístico que a lo novelesco, una fórmula que transmite la historia al lector con mucha más sencillez y precisión, y con la sensación de estar asistiendo a un relato real, a la crónica de un acontecimiento.

Guillermo Ortega demuestra así, una vez más, su inalterable raza de periodista, de cronista de la calle, profesión en la que se ha desenvuelto durante años con una maestría de la que muchos hemos aprendido.

Y, además, rinde un merecido homenaje a la música a través de las letras. A la música de los viejos rockeros en la que siempre militó; la que no se presta a controversias, la que no se impone, la que no hace falta entender ni discutir... sino sólo sentir. Y la coloca en el estrado de la literatura del que injustamente ha sido sacada tantas veces.

Su éxito viene avalado por lo rápido que está empezando a agotarse su primera edición, que puede obtenerse aún en la librería Paco Peco (en la calle Regino Martínez) o a través de la venta por demanda en www.imagenta.es.

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