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Matrícula de deshonor

Admiración

Entre aquellas personas que han marcado mi vida, como mi madre o mi mujer, una de las personas a las que más admiro es mi cuñado Jesús Roa

Publicado: 03/09/2024 ·
17:49
· Actualizado: 03/09/2024 · 17:49
  • Federico Pérez con su cuñado.
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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La admiración no deja de ser un gesto implícito en la vida cotidiana, aunque en muchas ocasiones nos resistamos a reconocerlo. Admirar a una persona no es más que valorar ciertos aspectos de su propia personalidad, cualidades o capacidades, que de una u otra manera, nos marca el hombre o mujer que deseamos ser. Cuando admiramos a una persona, sentimos una especie de atracción, y puede llegar a ser un modelo referencial que nos marque el camino hacia donde queremos ir. En general, todos hemos vivido esa sensación, sentir algo especial que nos incita a esa admiración, que va más allá del el amor de padres, hermanos, parejas o amigos, y que nos extasía con detalles dignos a considerar y retener como parte de nuestra maduración particular y personal.

Entre aquellas personas que han marcado mi vida, como mi madre o mi mujer, una de las personas a las que más admiro es mi cuñado Jesús Roa, que a lo largo de todos estos años ha mostrado cualidades que me sorprenden, logrando objetivos difíciles de alcanzar a edades considerables. En 2014 y con cerca de los 50 años, se propuso ser maestro de música, algo que le apasionaba, logrando concluir el grado en cuatro años con alguna que otra matrícula de honor. Su trabajo no le impidió buscar el tiempo, encontrar los huecos necesarios para seguir esa tradición familiar ligada a la educación.

Este año, tras cursos formativos, máster en distintas disciplinas y charlas constantes en la Asociación Arrabales, de la cual es presidente, se presenta a las oposiciones y logra una plaza a sus 58 años, a un lustro de su jubilación, dejando atrás su empresa, a la que le ha dedicado más de 40 años de su vida y donde deberían haberlo mimado más. En la vida no todo se puede lograr, eso nos debe quedar claro, pero aquello que está a nuestro alcance, con esfuerzo, con dedicación y rodeándote de aquellos que te quieren, se puede llegar muy lejos.

Seguro, que mis suegros, allá donde estén, sentirán el mayor orgullo que unos padres puedan tener. Enhorabuena, ‘cuñao’, y gracias por mostrarnos el camino.

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