Según su relato, en torno a las 11,15 horas, cuando ambos presos eran conducidos a las estancias del centro penitenciario destinadas a las actividades “de escuela” acompañados por varios funcionarios, entre ellos el educador, al que empujaron hacia el interior blandiendo dos armas punzantes elaboradas de forma casera con fragmentos de chapa o de una lata.
Tras aislar la estancia, el director del centro, al que le reclamaron desde heroína a acceso a los medios de comunicación, inició una negociación que finalizó con la petición de contactar con sus familiares, tras lo cual los presos depusieron su actitud y entregaron sus rudimentarias armas.