Cádiz
Mujeres intercambian gratis su tiempo
Se trata de canjear habilidades y facilitar la calidad de vida a hombres y mujeres.
Estar desempleado no significa “estar parado” y bajo esta consigna emplear el tiempo ayudando a los demás con lo que uno o una sepa hacer es una satisfacción personal “que no tiene precio” aunque no se perciba dinero.
Esta es la filosofía del banco del tiempo que gestiona desde principios de noviembre de 2010 la Asociación de Mujeres Emprendedoras (Asomem) de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) con el apoyo del Centro de la Mujer de la localidad, según explicó en declaraciones a Efe la impulsora de esta iniciativa y presidenta de la asociación, Rogelia Gutiérrez.
La propuesta surgió hace casi dos años, cuando Roge y su hermana, que se dedicaban a la confección, se quedaron sin trabajo y se plantearon la posibilidad de crear un asociación para mujeres desempleadas con el fin de intercambiar servicios.
De esta primera iniciativa surgió la creación del banco del tiempo de Argamasilla de Alba siguiendo el ejemplo de otras miles de personas en los más de 300 bancos del tiempo que se calcula que operan en España.
Se trata de canjear habilidades y facilitar la calidad de vida a hombres y mujeres a través del intercambio gratuito de servicios muy variados.
En Argamasilla de Alba comenzaron siendo seis socias pero ahora son veinte personas, entre ellas tres hombres, los que conforman el banco del tiempo, con edades entre 25 y los 50 años y no todos desempleados.
Este sistema trata de poner en valor el tiempo libre, dedicándolo a los demás y recibiendo a cambio los servicios de cualquiera de los miembros de la comunidad por el mismo tiempo que emplean.
El intercambio de servicios es una fórmula que conoce muy bien Mari Ángeles Mateos, ingeniera industrial en paro y que desde hace años ha dado clases particulares de Matemáticas, Ciencias e inglés a quien se lo pidiera.
“Si tenían dinero para pagarlas, muy bien, pero si no, no había problema porque las canjeaba por miel, huevos o cualquier otra cosa que me hiciera falta o que me pudieran ofrecer”, explicó.
Aunque acaba de aprobar unas oposiciones como profesora de Tecnología en ESO, Mari Ángeles, casada y con tres hijos, continuará prestando sus servicios en el banco del tiempo porque considera que “no hay nada más gratificante que emplear tu tiempo en ayudar a los demás haciendo lo que sabes”.
De momento, el banco del tiempo de Argamasilla de Alba dispone de más de una veintena de servicios, desde la peluquería hasta el cuidado de niños, el acompañamiento de mayores, masajes, reparaciones, limpieza del hogar, plancha y cocina, entre otros, cuyo valor se mide exclusivamente en el tiempo invertido, en las horas de dedicación.
“Solemos dedicar una media de tres horas semanales a intercambiar nuestros servicios”, explica Gutiérrez. En su caso, a cambio de las clases de inglés, peina a las socias que lo demandan, entre ellas Constanza Pardo.
A Constanza Pardo, que durante años ha trabajado en la confección y que actualmente está desempleada, no le importa planchar, limpiar o hacer cualquier tarea del hogar que le requieran porque mientras le peina Rogelia afirma: “mi satisfacción personal, como la del resto de mis compañeros, está en ofrecer cuánto sé hacer y aprender de lo que me enseñan a mí”.
“Hoy por ejemplo hay una chica que está preparando la cena para diez personas que otra socia le ha encargado”, señala la presidenta de Asomem, mientras que Sagrario López de la Oliva le da un masaje.
Esta es la filosofía del banco del tiempo que gestiona desde principios de noviembre de 2010 la Asociación de Mujeres Emprendedoras (Asomem) de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) con el apoyo del Centro de la Mujer de la localidad, según explicó en declaraciones a Efe la impulsora de esta iniciativa y presidenta de la asociación, Rogelia Gutiérrez.
La propuesta surgió hace casi dos años, cuando Roge y su hermana, que se dedicaban a la confección, se quedaron sin trabajo y se plantearon la posibilidad de crear un asociación para mujeres desempleadas con el fin de intercambiar servicios.
De esta primera iniciativa surgió la creación del banco del tiempo de Argamasilla de Alba siguiendo el ejemplo de otras miles de personas en los más de 300 bancos del tiempo que se calcula que operan en España.
Se trata de canjear habilidades y facilitar la calidad de vida a hombres y mujeres a través del intercambio gratuito de servicios muy variados.
En Argamasilla de Alba comenzaron siendo seis socias pero ahora son veinte personas, entre ellas tres hombres, los que conforman el banco del tiempo, con edades entre 25 y los 50 años y no todos desempleados.
Este sistema trata de poner en valor el tiempo libre, dedicándolo a los demás y recibiendo a cambio los servicios de cualquiera de los miembros de la comunidad por el mismo tiempo que emplean.
El intercambio de servicios es una fórmula que conoce muy bien Mari Ángeles Mateos, ingeniera industrial en paro y que desde hace años ha dado clases particulares de Matemáticas, Ciencias e inglés a quien se lo pidiera.
“Si tenían dinero para pagarlas, muy bien, pero si no, no había problema porque las canjeaba por miel, huevos o cualquier otra cosa que me hiciera falta o que me pudieran ofrecer”, explicó.
Aunque acaba de aprobar unas oposiciones como profesora de Tecnología en ESO, Mari Ángeles, casada y con tres hijos, continuará prestando sus servicios en el banco del tiempo porque considera que “no hay nada más gratificante que emplear tu tiempo en ayudar a los demás haciendo lo que sabes”.
De momento, el banco del tiempo de Argamasilla de Alba dispone de más de una veintena de servicios, desde la peluquería hasta el cuidado de niños, el acompañamiento de mayores, masajes, reparaciones, limpieza del hogar, plancha y cocina, entre otros, cuyo valor se mide exclusivamente en el tiempo invertido, en las horas de dedicación.
“Solemos dedicar una media de tres horas semanales a intercambiar nuestros servicios”, explica Gutiérrez. En su caso, a cambio de las clases de inglés, peina a las socias que lo demandan, entre ellas Constanza Pardo.
A Constanza Pardo, que durante años ha trabajado en la confección y que actualmente está desempleada, no le importa planchar, limpiar o hacer cualquier tarea del hogar que le requieran porque mientras le peina Rogelia afirma: “mi satisfacción personal, como la del resto de mis compañeros, está en ofrecer cuánto sé hacer y aprender de lo que me enseñan a mí”.
“Hoy por ejemplo hay una chica que está preparando la cena para diez personas que otra socia le ha encargado”, señala la presidenta de Asomem, mientras que Sagrario López de la Oliva le da un masaje.
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