Cádiz
El Cementerio Inglés de Málaga asegura su futuro
El Cementerio Inglés de Málaga, la necrópolis protestante más antigua de la península, encara con más optimismo su futuro.
El Cementerio Inglés de Málaga, la necrópolis protestante más antigua de la península, encara con más optimismo su futuro, después de estar al borde del cierre por sus problemas económicos, gracias a la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), anunciada por la Junta de Andalucía.
Este recinto, donde reposan los restos del hispanista británico Gerald Brenan y los del poeta del 27 Jorge Guillén, se abrió en 1831, después de que el entonces cónsul inglés en Málaga, William Mark, se sintiera horrorizado por el trato a los difuntos protestantes.
"Sus cuerpos no podían ser enterrados durante el día; debían ser sepultados por la noche en las playas, en posición vertical y alumbrados por una antorcha, con lo que sus cadáveres podían sufrir los ataques de los perros o ser absorbidos por las olas", relataba Mark en la carta en la que pidió la creación del cementerio.
Uno de los primeros en ser enterrados en el recinto fue el militar inglés Robert Boyd, fusilado tras participar en 1831 junto al general José María de Torrijos en el fallido alzamiento liberal contra el régimen absolutista de Fernando VII.
Los últimos enterramientos se produjeron en 2006, por lo que "ha decaído la función del cementerio, y ahora es más bien un parque para pasar un rato viendo las tumbas y sus epitafios", ha explicado a Efe el presidente de la Fundación Cementerio Inglés, Bruce McIntyre.
"Pasamos por dificultades porque ha decaído el negocio del cementerio", ha explicado McIntyre, que ha precisado que el recinto se sustenta a duras penas con donaciones privadas y con la venta de columbarios.
Precisamente, la citada fundación se creó con el objetivo "de buscar patrocinios para poder seguir adelante y pagar el día a día", porque, explica su presidente, las donaciones "no son tan grandes como para cubrir los gastos anuales".
Además, la declaración como BIC supondrá una "garantía en la parte estructural del Cementerio", que podrá recibir ayudas "para obras no muy costosas, pero que valen más de lo que puede pagar la Fundación", indicó.
Esta protección puede impulsar también un mayor conocimiento de la necrópolis y su inclusión en las rutas turísticas de la ciudad, según McIntyre, que aspira asimismo a contar con un grupo de voluntarios que controlen la entrada al recinto.
En la necrópolis descansan también la esposa de Brenan, la escritora estadounidense Gamel Woolsey, el autor finlandés Aarne Haapakoski, tres pilotos británicos cuyos aviones fueron derribados en la Segunda Guerra Mundial o los más de sesenta marineros de la fragata alemana Gneisenau muertos en el naufragio frente a la bahía de Málaga en 1900.
Recorrer el cementerio permite contemplar el carácter monumental de muchas de sus tumbas y el tono poético de algunos epitafios, como el grabado sobre una pequeña lápida bajo la que reposa Violette, una niña que murió antes de cumplir su primer mes y que compartía nombre con la flor que simboliza la fugacidad de la vida: "Lo que viven las violetas".
Este recinto, donde reposan los restos del hispanista británico Gerald Brenan y los del poeta del 27 Jorge Guillén, se abrió en 1831, después de que el entonces cónsul inglés en Málaga, William Mark, se sintiera horrorizado por el trato a los difuntos protestantes.
"Sus cuerpos no podían ser enterrados durante el día; debían ser sepultados por la noche en las playas, en posición vertical y alumbrados por una antorcha, con lo que sus cadáveres podían sufrir los ataques de los perros o ser absorbidos por las olas", relataba Mark en la carta en la que pidió la creación del cementerio.
Uno de los primeros en ser enterrados en el recinto fue el militar inglés Robert Boyd, fusilado tras participar en 1831 junto al general José María de Torrijos en el fallido alzamiento liberal contra el régimen absolutista de Fernando VII.
Los últimos enterramientos se produjeron en 2006, por lo que "ha decaído la función del cementerio, y ahora es más bien un parque para pasar un rato viendo las tumbas y sus epitafios", ha explicado a Efe el presidente de la Fundación Cementerio Inglés, Bruce McIntyre.
"Pasamos por dificultades porque ha decaído el negocio del cementerio", ha explicado McIntyre, que ha precisado que el recinto se sustenta a duras penas con donaciones privadas y con la venta de columbarios.
Precisamente, la citada fundación se creó con el objetivo "de buscar patrocinios para poder seguir adelante y pagar el día a día", porque, explica su presidente, las donaciones "no son tan grandes como para cubrir los gastos anuales".
Además, la declaración como BIC supondrá una "garantía en la parte estructural del Cementerio", que podrá recibir ayudas "para obras no muy costosas, pero que valen más de lo que puede pagar la Fundación", indicó.
Esta protección puede impulsar también un mayor conocimiento de la necrópolis y su inclusión en las rutas turísticas de la ciudad, según McIntyre, que aspira asimismo a contar con un grupo de voluntarios que controlen la entrada al recinto.
En la necrópolis descansan también la esposa de Brenan, la escritora estadounidense Gamel Woolsey, el autor finlandés Aarne Haapakoski, tres pilotos británicos cuyos aviones fueron derribados en la Segunda Guerra Mundial o los más de sesenta marineros de la fragata alemana Gneisenau muertos en el naufragio frente a la bahía de Málaga en 1900.
Recorrer el cementerio permite contemplar el carácter monumental de muchas de sus tumbas y el tono poético de algunos epitafios, como el grabado sobre una pequeña lápida bajo la que reposa Violette, una niña que murió antes de cumplir su primer mes y que compartía nombre con la flor que simboliza la fugacidad de la vida: "Lo que viven las violetas".
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