El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegó este lunes a la devastada localidad de Lahaina, en la isla hawaiana de Maui, con una promesa: "Haremos todo lo posible por ayudaros a que se recuperen", dijo durante un discurso frente a los restos quemados de la ciudad.
El presidente acudió a la isla mientras continúan los esfuerzos por identificar a las víctimas de los devastadores incendios que ya se han cobrado la vida de 114 personas, con cientos todavía desaparecidos.
"Quiero que todos sepan que el país llora con ustedes, que el país está con ustedes", dijo el presidente, que interrumpió sus vacaciones de verano en Nevada para conocer de primera mano el trabajo de los equipos de emergencia en el archipiélago.
Durante su discurso, el mandatario anunció que ha designado a un funcionario gubernamental para supervisar la recuperación a largo plazo de la zona, que se llevará a cabo "respetando las tradiciones".
"Se reconstruirá de la manera en que la gente de Maui quiera que se reconstruya, no como nosotros queramos", aseguró.
Biden pronunció su discurso junto al árbol centenario que resultó dañado durante el fuego y que era una de las principales atracciones de la histórica ciudad, que llegó a ser la capital del reino de Hawái antes de que el archipiélago pasara a formar parte de Estados Unidos.
"(El árbol) hoy está quemado, pero sigue en pie. Los árboles sobreviven por una razón", dijo el presidente, que resaltó la imagen como un "poderoso símbolo" de la reconstrucción de la isla.
El mandatario se ha enfrentado en los últimos días a críticas por parte del Partido Republicano y de algunos medios por su tibia respuesta a los fuegos, que ya son los más mortíferos de los últimos cien años en el país.
En concreto, Biden habló por primera vez de los incendios el jueves 10 de agosto y no volvió a hacerlo hasta el martes 15, cuando la cifra de fallecidos ya ascendía a 99 personas.
Según las autoridades locales, sin embargo, y en especial el gobernador de Hawái, el demócrata Josh Green, Biden se ha volcado detrás de las cámaras con la respuesta a la emergencia, autorizando fondos federales y enviando al Ejército para asistir en las labores de recuperación de cadáveres.
De hecho, la Casa Blanca ha destacado que el mandatario aprobó el mismo 10 de agosto una declaración de desastre para Hawái, solo horas después de recibir la petición de Green.
Aun así, los residentes de la zona con los que pudo hablar EFE mostraron su decepción por el silencio del presidente.
Un vecino, por ejemplo, explicó que la única ayuda que han recibido es un pago de 700 dólares (unos 642 euros) de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés), lo que "no soluciona nada".
Otros mostraron incredulidad por la falta de avisos por parte de las autoridades durante el desastre, ya que no hicieron sonar el sistema de alertas con sirenas por miedo a provocar que los residentes corrieran hacia las llamas, pensando que se trataba de un tsunami.
Mientras tanto, los responsables locales avisan que el proceso de reconstrucción será muy largo.
De momento se ha registrado algo más del 60 % de la zona afectada. Todavía quedan unas 850 personas en paradero desconocido, por lo que se espera que la cifra de muertos aumente en los próximos días.