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Lo que queda del día

Lola, los Flores, lo nuestro

Muchos acudieron este viernes a la inauguración del centro de interpretación para sentirse, no solo próximos a su recuerdo, sino como parte de su recuerdo

Publicado: 01/04/2023 ·
19:45
· Actualizado: 01/04/2023 · 19:52
  • Inauguración del Museo de Lola Flores -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Este viernes por la tarde, lo primero que hice tras finalizar el especial sobre el Museo de Lola Flores en 7 TV fue llamar a un antiguo compañero de estudios universitarios que vive en Ceuta. Tenía que decirle que acababa de ver a Rosario y, también, que fui incapaz de contarle todo lo que significó para nosotros su primer disco, mientras apurábamos las últimas semanas de exámenes en la primavera de 1992, recién inaugurada la Expo de Sevilla, cuando desde cualquier emisora de radio “su gato” nos obligaba a hacer una pausa y disfrutar con el talento natural de su voz y los ritmos con los que su hermano Antonio cimentó un éxito que sería ya imparable. Rosario quedó ahí ya para siempre entre nosotros, como un recuerdo particular y feliz que siempre recuperamos con afán sentimental cuando solemos vernos al paso de los años. 

Tampoco le dije a su hermana Lolita que es una pena que no le hayan ofrecido más papeles para el cine, que no la hayamos disfrutado más en pantalla grande, después de su protagonista en la que sigo considerando una de las mejores películas españolas del siglo XXI. Se titula Rencor y hay pocas actrices capaces de dar con la autenticidad, hondura y profunda resignación que transmitía su personaje, el de una mujer de vuelta de todo, casi una superviviente, que se reencuentra en Benidorm con el amor de su vida, mientras por las noches trabaja en las terrazas del paseo marítimo cantando versiones maravillosas de la Caramba Carambita y el Mediterráneo de Serrat -normal que la eligiera para cantarla a dúo con ella y normal que no se atreviera a hacer lo propio con Rosario después de la versión que ella misma hizo años antes de su Lucía, porque es insuperable-.

También les habría contado, por si no lo vivieron, la cara que se le quedaba a todos los guiris -y a cualquiera- que visitaban la Expo cuando se cruzaban con la mirada de su madre durante la proyección de la película Sevillanas. Ese maravilloso plano secuencia diseñado por Carlos Saura que arranca en la bata de cola y va ascendiendo hasta el primer plano del perfil de Lola para aguantar después, tras girar el rostro, el brillo y la atracción de sus ojos, es un auténtico prodigio, como lo es asimismo la forma en la que la cámara va persiguiendo después sus movimientos por el escenario desnudo: solo Lola, su bata de cola y una silla. El propio Saura, 31 años después, y apenas una semana antes de morir, dio permiso para que una foto del rodaje de aquella secuencia presida ahora una de las fachadas del Museo inaugurado en Jerez.

Yo mismo no sabría concretar si la primera figura célebre  que descubrí y me fascinó siendo niño fue la de Marilyn o la de Lola. A la primera la tenía presente enmarcada en un cuadro de mi dormitorio; a la segunda, siempre en boca de mi abuela Patro, a la que casi podía confundir con una parienta lejana de los Flores. Mi abuela ni cantaba, ni bailaba, aunque sí tocaba muy bien las castañuelas, pero quiero adivinar que tenía muchas cosas en común con aquella mujer que salía en televisión cada dos por tres y de la que me hablaba con admiración, por su arte y porque hacía que todo el mundo la sintiera muy cercana, muy nuestra, aunque solo la viésemos a través del televisor. 

En cualquier caso, no hubo ocasión ni momento de interrumpir a Rosario o Lolita con tales cuestiones. Tampoco había necesidad de que me confundieran con un fan desesperado; a lo sumo, profesarles el reconocimiento por su trabajo. Hay que respetarlo: era su fiesta, su celebración, su momento, el de un sueño cumplido, como también lo era el de cuantos conocieron, vivieron y disfrutaron de la amistad de Lola y acudieron este viernes a la inauguración del centro de interpretación para sentirse, no solo próximos a su recuerdo, sino como parte de su recuerdo, y ha sido un espectáculo vivirlo desde cerca.

Al Ayuntamiento hay que reconocerle el éxito, creo que superior a las expectativas iniciales. Echo en falta, eso sí, entradas a precios más populares para los jerezanos -deberían darle una vuelta-, pero la proyección y la promoción de la marca Jerez sube a un nuevo nivel con el Museo de Lola, y es solo el primer hito de una nueva milla de oro para la ciudad.

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