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Alcalá la Real

Domingo Ruíz pregona la Semana Santa alcalaína

Ruíz ha sido el encargado de ofrecer el tradicional pregón, este Viernes de Dolores, en el teatro Martínez Montañés

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  • Domingo Ruíz, durante el pregón de Semana Santa, este viernes.

Nos encontramos en puertas de una nueva Semana Santa. La de este 2023, ya dejada atrás la pandemia, sigue llegando con ese halo de anhelo y añoranza que ya tuvo la del año pasado, presidida por el deseo de recuperación de todo el esplendor que tradicionalmente ha tenido nuestra Semana de Pasión. Como preámbulo, el teatro Martínez Montañés acogía este Viernes de Dolores, el tradicional Pregón de Semana Santa, que en esta ocasión ha corrido a cargo de Domingo Ruíz López. Con este motivo lo entrevistamos para conocer más acerca de su vínculo con el mundo cofrade a lo largo de toda una vida. 

Su relación con la Semana Santa de Alcalá la Real, como es habitual en cualquier pregonero, arranca de lejos. ¿Cómo surgen sus primeros vínculos y cuáles son sus primeros recuerdos? Como para cualquier cofrade mi primera vinculación con la Semana Santa es familiar; tradición y costumbres que se perpetúan en el tiempo. Mi primer recuerdo es de muy pequeño cuando mis padres nos vistieron a mi hermano mayor y a mí de niños hebreos para acompañar a la Borriquilla. Curiosamente, las mismas túnicas que han utilizado mis hermanos pequeños, primas y mis propios hijos. Otro recuerdo que persiste en mi memoria es intentar reconocer a mi padre -por los zapatos- cuando era costalero de la Virgen de las Angustias para darle la mano e ir a su lado sintiéndome al pie de nuestra Madre. Y, por último, un septiembre en el que mi padre como costalero y mi madre como mantilla antes de irse se hicieron una foto con nosotros en casa de mis abuelos maternos. Una instantánea que nunca olvidaré.

¿En qué momento comienza a ser costalero de la Virgen de las Angustias y qué puede contarnos a cerca de su experiencia de años en los costales de este emblemático paso de nuestra Semana Santa? En verdad debo reconocer que fueron mis hermanos quiénes tomaron el relevo de mi padre como costaleros de Las Angustias; en concreto, mi hermano mayor. Para mí fue importantísimo tenerlos en la cuadrilla pues comenzó el relevo generacional y muchos costaleros nuevos éramos hijos de aquellos que iniciaron la andadura de la cofradía tras su reorganización. Incluso durante algunos años, familias de ambas generaciones pudimos compartir varales, no siendo nuestro caso. De igual modo, mi experiencia fue creciendo tras mi incorporación en la cuadrilla de La Borriquilla. Ahí fue donde, al lado de mi hermano pequeño y mis amigos – Lolo y Vega – pude saborear la miel del costal, ser los pies del Moreno y orar con las zapatillas. No olvido tampoco los años que pude portar a la Virgen de los Dolores sobre mis hombros pues sin lugar a dudas y, desde la humildad, valoré lo que significa ser “costalero”.


Se dice que, sobre todo en los últimos años, cuesta encontrar relevo para sacar a la calle los pasos de la Semana Santa en Alcalá. ¿Dónde cree que radica el problema? Evidentemente, la sociedad ha cambiado. No creo que el problema sea la juventud pues si analizamos la realidad de las hermandades y cofradías de la nuestra localidad, lo que está claro es que hay más y con muchos más proyectos (grupos parroquiales, nuevos titulares y pasos, agrupaciones musicales…). Quizá el problema radica en que no a todos les llaman la atención dichas manifestaciones populares y de piedad, por lo que debemos ser creativos y ofrecer alternativas a dichos jóvenes para que puedan acercarse, participen activamente y se impliquen en otras obras de la Iglesia como asistenciales o de caridad.

Este año, incluso el anterior, vamos a ver ya una Semana Santa plenamente normalizada tras el Covid. ¿Percibe que, tras la epidemia ha cambiado algo respecto a la vivencia de la Semana Santa? Entiendo que por normalizada se refiere a que no habrá ningún tipo de medidas higiénico – sanitarias a cumplir en la organización de los diferentes actos, cultos y estaciones de penitencia porque algo debe haber cambiado en lo más profundo de cada uno de nosotros. La humanidad ha sabido salir de la oscuridad y en parte gracias a la luz que nos ha proporcionado nuestra fe y creencias y, también, al trabajo de muchísimas personas que han puesto todo su empeño en ello. Ahí también hemos podido ver a Dios. La pandemia ha supuesto un punto de inflexión para la sociedad y, por ende, para la Iglesia y todos los cristianos. Tenemos que vivir una Semana Santa vacía de manifestaciones sin llegar a lo esencial. Sentir a Jesús en nuestros corazones y seguir su ejemplo y enseñanzas.

Particularmente, ¿cómo es su Semana Santa, cómo la vive? Mi Semana Santa es tradición y, a la misma vez, experiencia personal. Es volver a mi infancia, a los olores y sabores que pude disfrutar en la casa de mis abuelos. Es el nerviosismo que me produce esperar la salida de Jesús y la Virgen ante dintel de la puerta de Consolación, Las Angustias, San Juan o El Salvador. Es poder disfrutar de las tradiciones más singulares y poder explicárselas a mis hijos (Gallardetes, Apóstoles…). Es poder despertarme con el sonido de los tambores y trompetas del Ecce Homo y los sones de las agrupaciones musicales por las dianas. Es poder preparar la ropa de salida (costalero) encima de la cama y ver que además de la tuya está la de tus hijos. Es compartir la devoción con mis hermanos costaleros. La Semana Santa es vida y amor.

Finalmente, ¿qué destacaría de su pregón? Como cualquier pregón tiene una parte de experiencia personal y otra de compromiso cofrade. Pero quizá la más importante sea la de cumplir con la tarea de alabar y anunciar lo que va a acontecer desde el Domingo de Ramos hasta la Resurrección del Señor. Además, nuestra Semana Santa es diferente y singular; tradiciones que han formado nuestra identidad como pueblo y las cuales están arraigadas en lo más profundo de nuestra memoria colectiva. Por eso, también han tenido un espacio propio.

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