El apellido Santander pesa mucho en el Carnaval de Cádiz. El legado de Manolo Santander es enorme y continúa vivo gracias a su chirigota, ahora comandada por su hijo.
¿Chirigota o comparsa?
–Es muy complicado elegir, tuve mucha suerte de salir con quien salí y donde salí, tengo 30 años y he ido a muchas semifinales y cinco finales. He disfrutado mucho, no sabría elegir, en comparsa he salido con Juan Carlos, pero saco ahora mi chirigota y es la de mi padre. Es como elegir a papá o a mamá, imposible.
¿Qué diferencias hay en el ensayo respecto a la comparsa?
–El humor. La forma de trabajar el pasodoble, la afinación y el ensayo es muy similar. La chirigota es verdad que tiene disciplina a la antigua, nadie habla, todos escuchan, y la comparsa era más abierta, y aportábamos más gente.
Estar al frente de la chirigota de tu padre ¿te hace sentir más responsabilidad u orgullo?
–Ambas cosas. Tras cantar, mucha gente me decía “te veía a ti y veía a tu padre” y es un orgullo que digan eso siendo uno de los mejores chirigoteros que ha dado Cádiz. Parecía que no se me iba a dar bien y siempre sería guitarrista de comparsa, otro orgullo, pero me lo he pasado muy bien al frente de la chirigota. Es una responsabilidad, pero no para mí, para el que sea, por eso lo tratamos con un cariño y respeto extremo.
¿Que sentiste al presentarle el pasodoble al grupo?
–El vídeo que hay en redes es de verano de 2020, fíjate el tiempo que llevamos con esto guardado. Fue increíble, era volver a empezar después del palo que nos habíamos llevado, después de lo que todo el mundo sabe, era como “esto ya se acabó, queda aquí”, y al tomar las riendas fue un boom de alegría. Muchos nervios de ilusión, llantos, abrazos, es algo que no se puede explicar. Todo esto es un orgullo, trabajar con él en el recuerdo es un orgullo, siempre lo tenemos presente.
Primera vez que cantas con tu alma gemela Carlos Pérez, ¿que sientes al tenerlo al lado?
–Ya coincidimos en El submarino amarillo, yo iba de guitarra y lo tenía delante, pero éramos dos niños y no sabíamos lo grande que era estar en esa chirigota. Ahora la complicidad es muy grande, nos miramos mucho y estamos contentos de tenernos al lado, como dijeron en la tele: es mi hermano de vida.
¿Cómo fue la adaptación al grupo y con Sánchez Reyes?
–Con el grupo muy bien, tienen una disciplina muy marcada, yo ya había ido antes a muchos ensayos y sé como solían trabajar. Vamos muy bien de tiempo, tenemos el repertorio terminado para disfrutar el concurso. Con José muy bien, es un genio del carnaval, un trabajador nato, tiene su método y nos hemos cogido el punto muy rápido los tres. Fue todo rodado.
¿Cómo te las ingenias para sacar diferentes agrupaciones?
–Trabajo como el cuerpo me pide. Crear me es muy difícil y a la vez fácil porque lo mismo me atasco dos meses que soy capaz de hacerte un pasodoble en hora y media. En la chirigota al tener a Carlos y José es más cómodo porque quedamos y fuerzas la máquina, pero para las niñas no tenía nada en la cabeza y tras lo que les pasó con su autor hablé con ellas a las dos de la tarde y a la mañana siguiente tenían el pasodoble. Normalmente trabajo a base de impulsos y hasta ahora me va bien, pero no tengo un método organizativo.
Sacas infantil, juvenil y la adulta, aparte de diferentes colaboraciones, ¿Cómo es tú día a día durante los meses de ensayos?
–Un rollo muy grande porque tengo que cuadrar a la infantil, que la ensayo entera, la juvenil si es más madura voy al principio y al final a la hora de montar cosas y retocar algo, igual que con las niñas, aunque al final tuve que salir, pero realmente voy dando norte y ellas van haciendo los matices que digo. En definitiva, empiezo a las 17.00 y vuelvo de noche, pero es más ocupación mental que física.
¿Has notado más madurez al componer tras ser padre?
–Creo que no, la única diferencia es que cuando compongo tengo a mi hija al lado y ella con la guitarra se desvive y empieza a bailar y cantar a su forma y al final me pongo a tocarle a ella. Ya no sé si me sirve de inspiración o de excusa por ver a mi hija con la guitarra. Eso sí que es bonito, ver a tu hija tan chica y pensar que le gusta, que ya lo lleva en la sangre.