Miles de banderas nacionales recuerdan en los cementerios de Ucrania a los militares caídos en combate. Faltan datos actualizados de cuántos son, pero ya hace 20 días el presidente Volodomir Zelenski reconoció la muerte de entre 2.500 y 3.000 soldados como Mykola, a quien sus familiares despiden en el cementerio para militares de Dnipro.
La esposa de Mykola se llama Victoria y sujeta fuerte contra su cuerpo la bandera ucraniana con la que durante la ceremonia cubrieron los restos mortales de su marido. "La conservaré para que sus hijos sepan que su padre defendió hasta el final a su familia y a su país", explica a EFE.
Mykola trabajaba en una fábrica hasta que al estallar en 2014 la guerra de Crimea se hizo militar. Su esposa sufría pero lo entendía: "Él decía que tenía que cuidar de nuestro país". Fue a filas en tres ocasiones: en 2014, en 2017 y ahora.
A sus 44 años, murió en un bombardeo en el Donetsk. "No sabíamos nada de él durante dos semanas. No cogía el teléfono, no nos llamaba. Al final nos lo dijo el Centro Militar. No nos lo creímos pero después fuimos a la morgue y ya vimos que era de verdad. Tenía tres niños y era el único hijo de su madre", cuenta su esposa.
200 MILITARES ENTERRADOS EN DNIPRO EN EL ÚLTIMO MES
La ceremonia de despedida la oficia Dimitro Povorotnei, el representante de la Iglesia ortodoxa para el ejército ucraniano en esta región que en el último mes, según cuenta a EFE, ha enterrado a más de 200 militares, algunos de ellos "desconocidos" y sin nombres en sus tumbas, sobre las que ondean banderas ucranianas.
Al funeral asisten doce compañeros de batallón y también músicos que con sus trompetas y tambores le dan emotividad al funeral. Su madre está sentada en un banco, detrás del féretro, con la cabeza y el cuerpo cubierto ropajes negros. Cuando el sacerdote acaba de bendecir al hijo, ella se acerca a darle un beso a su cabeza bombardeada.
"Es mi trabajo enterrar a la gente dignamente. A cada uno le toca una cosa", responde el religioso Dimitro Povorotnei a la pregunta de qué se siente al enterrar a todos estos chicos.
En el cementerio que él dirige descansan 2.500 “caídos por Ucrania” desde 2014. “Es muy difícil aguantar las emociones. Tenemos que pagar este precio por ser libres e independientes; somos conscientes de lo que hacemos: estamos dando nuestras vidas para que Ucrania sea libre y tenga su mejor futuro”, dice este sacerdote.
“NO PASARÁN” LOS “DIABLOS RUSOS”, SEGÚN EL SACERDOTE
El sacerdote celebra entierros militares dos veces por semana, los lunes y los miércoles. La próxima vez no será un soldado solo el que reciba sepultura; vendrán 25 féretros. Algunos son de la ciudad de Dnipro pero otros son enterrados aquí pese a haber nacido en municipios ocupados por los rusos en la región colindante de Zaporiyia.
Las familias no quieren dejar a sus hijos ucranianos en zonas que ahora están ocupadas por los rusos.
“La guerra no está solo en el terreno, está también en la cabeza de las personas. El mundo ruso tiene su propia religión y su profeta es Putin. Son el demonio, no tienen ni espíritu, son diablos”, acusa este sacerdote militar.
No cree que haya posibilidad de reconstruir lazos de amistad con Rusia en el futuro, cuando acabe la guerra, porque para eso, dice, tendrían que hacer lo que hicieron los alemanes: disculparse, reconocer el genocidio, reparar y pedir perdón, según explica.
“No creo que pase. Los rusos no son conscientes del daño que hacen y ante eso nosotros decimos: ‘No pasarán”, explica Dimitro Povorotnei en castellano.
MORIR POR UCRANIA: UN ORGULLO PARA SUS HIJOS
Durante la ceremonia el ataúd está abierto. Una sábana blanca cubre el cuerpo de Mykola, aunque deja ver su rostro y las botas. Dice su esposa que su mayor afición era estar con sus hijos, ir a la escuela a por ellos, jugar en las tardes.
Los dos pequeños tienen 2 y 4 años, no saben nada de qué pasó con su padre. El mayor tiene ya diez. “Él sí sabe que es un héroe, que murió por Ucrania y por nosotros. Está orgulloso de su padre, es su ejemplo”, explica Victoria.
En la fosa ya abierta echan tierra encima. Una cruz con su fotografía lo identifica entre todos los caídos. Sobre la tierra, lágrimas y flores azules y amarillas, como la bandera de Ucrania.