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Hablillas

El robo de la manteca

El año próximo en la escuela se recordará este suceso particularmente y con amargura

Publicado: 28/02/2022 ·
21:35
· Actualizado: 28/02/2022 · 21:35
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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El pasado jueves aún bostezaba cuando la radio saludó con el pronóstico del tiempo, el recorrido por nuestras provincias y la actualidad política. Luego se habló de Andalucía, de nuestro día, de los actos institucionales y del desayuno en las escuelas, una costumbre convertida en tradición para luego conmemorar la fiesta al aire libre con murales, lecturas, juegos y bailes como todos los años. Como hay gente pa tó, ya lo dijo José el gallo, la noche anterior unos ladrones forzaron la entrada del salón de actos de una de ellas, accedieron al comedor y robaron la manteca colorá destinada a untar el pan de los chiquillos. También se llevaron un poco de dinero y el orden del habitáculo, porque lo dejaron bastante destrozado, según comentó la voz femenina disimulando el asombro.

Los oyentes nos preguntábamos lo mismo que los conductores del programa, a quién se le ocurre robar algo así, o retorciéndola un poco más, por qué se roba algo así. No será por lo que cuesta, el kilo sale a unos siete euros más o menos, o por la facilidad para venderla, se necesitan unas condiciones de higiene y manipulación. Tan helados nos quedamos los oyentes y los hablantes que habría sido necesaria la retranca y la maestría de Bartolomé Llompart para sacarnos del asombro. No se ha hablado más del asunto, pero los niños, seguro, desayunaron. Quizás al pan lo rociaron con aceite y un poco de azúcar para disfrutarlo igualmente, sin embargo los padres y los profesores se fueron tragando el disgusto entre los sorbos del café con leche.

El año próximo en la escuela se recordará este suceso particularmente y con amargura. Los noticiarios, en cambio, recogerán el aniversario del temblor ante la incertidumbre que ensombreció no solo nuestro día sino la semana anterior y la próxima. De hecho el levante ha soplado con fuerza y calidez. El frío ha dejado la calle para meterse en la casa y en el cuerpo, porque la actualidad duele. Este puente lo esperábamos con la alegría del asueto alterando la rutina y, aunque lo haya sido, nos aprieta el pellizco de la preocupación. Mientras las horas dan vueltas a lomos de las manillas, los días pasan y los sucesos se cuentan o se leen. Con ellos intentamos equilibrar nuestra realidad para ubicarnos en ella. Este carnaval no oficial de nuestro sur viene a dar un poco de color a estas jornadas grises, aunque el sol brille, a dar un poco de calor al aire que no termina de calentarse, a dar olor a las primeras tardes de una primavera presurosa. Nuestro Día de Andalucía se ha celebrado con ganas y en las escuelas se ha vuelto a cantar, a bailar y a desayunar a pesar del robo de la manteca. El disgusto está en el alma, junto a la incertidumbre, el dolor, la impotencia. Pellizcando.

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