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Provincia de Cádiz

Vox y los 'irritantes' de Gibraltar en el siglo XXI

El diputado nacional de Vox por Cádiz Agustín Rosety lamenta la obsesión de Gibraltar con su partido y analiza la relación de la Colonia con la comarca y España

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  • El Peñón de Gibraltar. -

Fabián Picardo me ha prestado cierta atención últimamente, acaso más de la que debiera. Así, me ha demandado ante la Corte Suprema de Gibraltar -cuyas calles no he pisado en los últimos diez años- por haberle reprochado las tropelías que su gobierno comete contra España y sus ciudadanos.  No me creo tan importante como para que el Honorable regidor de la colonia enclavada en mi circunscripción se interese por mis opiniones; debo entender, por tanto, que es Vox, formación con la que obtuve mi acta de Diputado Nacional por Cádiz, lo que le preocupa. No le faltan motivos, porque el partido al que me honro en pertenecer tiene entre sus metas programáticas más señaladas poner fin a los “irritantes” causados por la presencia colonial británica y restablecer la soberanía nacional de España en este jirón de nuestro territorio, usurpado por la Royal Navy en 1704.

Como la lava del volcán de La Palma, la obsesión por Vox del mandatario yanito se abre camino entre sus preocupaciones -que no deben ser pocas a la sazón- haciéndole proferir con ardor impropio de su flemática educación en Oxford expresiones, digamos, un tanto groseras en relación con Vox -“el partido del tiro en la nuca”, según él- o contra la misma España, que al parecer hiere su sensibilidad democrática hasta el punto de llamarla “Corea del Norte”. Tanta ocurrencia aburriría probablemente en Westminster, pero él se conforma con que le aplaudan en Convent Place. Cada vez con menos calor, por cierto.

Mr. Picardo no pudo tomar con sus amigos de “Corea del Norte” las copas que les había prometido si el Reino Unido no salía de la Unión Europea; porque, como todo el mundo sabe, salió de ella junto con su dependencia colonial. Pero, como para algo están los amigos, los imprescindibles componedores en el Campo, y vecinísimos colaboradores de La Línea, de todos conocidos, debieron convencer a la Sra. González Laya de que, cediendo a la seducción de Mr. Raab, anunciase una nueva era de “prosperidad compartida” entre la Colonia y el territorio colonizado, esto es, el Campo de Gibraltar. Un verdadero oximorón.

Como no hay peor cuña que la de la misma madera, quien se encargó de denunciar el despropósito fue Mr. Vasquez, verdadero azote del premier con su ácida e implacable pluma: todo lo que España ganase sería a costa de la Colonia. Porque, en efecto, el bienestar yanito se asienta sobre los diferenciales fiscales y comerciales, que tendrían que desaparecer para que Gibraltar, de la mano de una España gobernada por socialistas complacientes, volviese a formar partede la Unión Europea. Otro oximorón, por cierto, permanecer bajo soberanía de un país extracomunitario y entregarse a un país comunitario para que le represente soberanamente en la Unión. Cosas de la “soberanía del Siglo XXI”, diría Dª Arantxa, iluminada por el socialismo del Siglo XXI monclovita. “Irritantes” del Siglo XXI, diría yo.

La cuestión para España -ya que no para su Gobierno sociocomunista- es que Gibraltar, una base militar extranjera, ante todo, ofende a la soberanía nacional, es decir, que de alguna manera la ataca, al socavar la libertad de acción de nuestro país y usurpar sus ventajas de posición sobre el Estrecho. Cuestión ésta que incide directamente sobre la población del Campo, que debe soportar polvorines a pocos centenares de metros de sus viviendas o submarinos nucleares, incluso averiados, en su bahía. Claro que nada de esto importa a la izquierda biempensante, habitualmente antinuclear, pacifista y antimilitarista, tanto que peregrina regularmente con sus quejas a Rota, una Base española, aunque no tanto a esta británica. Algo muy curioso.

Así pues, es la Base la que tiene una Colonia, no a la inversa, para que el negocio salga por 60 millones a los Comunes, una ganga. A eso sirve el oscuro “centro financiero”, el juego online, el bunkering que contamina nuestras aguas, el turismo curioso que pasa de largo para dejar allí su dinero… Una colonia militar y financiera, en fin, que perturba el ejercicio de la soberanía natural -esto es la española- en la comarca, facilitando toda clase de tráficos ilícitos en el entorno, empezando por el contrabando. Para afirmarlo no hace falta prueba alguna, porque tales actividades son tan propias del lugar como lo es de Sevilla la Feria de abril o el Carnaval en Cádiz. Sólo que aquí los narcos están en el tablado y la música es, con demasiada frecuencia, la de la pólvora.

No quisiera poner punto final sin denunciar la última mentira. Vox no quiere cerrar la comunicación terrestre, como se ha dicho, sino impedir los tráficos ilícitos, sean éstos por tierra o por mar. El paso de los trabajadores es lícito, y ellos querrán seguir allá mientras no encuentren ocupación mejor al norte de la verja. Ese sí es un objetivo de Vox, rescatar a esos compatriotas, obligados por lascircunstancias económicas a aceptar unas condiciones laborales abusivas y discriminatorias en Gibraltar. Con este empeño, trazaremos y reivindicaremos la ejecución de un plan integrado para la expansión económica de la comarca.

Para que ese plan pueda dar los resultados que todos deseamos, vamos a acabar con la explotación colonial, verdadera causa de los diferenciales de renta y de bienestar a uno y otro lado de la verja, que nadie se llame a engaño. Por eso, no puede posponerse la reivindicación de la soberanía nacional con el relato de ensoñaciones interesadas,sino exigirse la retrocesión del Peñón y la restitución del territorio usurpado. De ello depende la seguridad y prosperidad de nuestros ciudadanos en el Campo de Gibraltar, cuya dignidad representa la de todos los españoles.

Quede claro que nada ni nadie logrará acallar nuestra voz.

* Agustín Rosety Fernández de Castro es diputado nacional de Vox por la provincia de Cádiz

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